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La vida es así: unos van y otros vienen. Es lo que tienen las elecciones. Se van los socialistas, no sin antes hacernos saber lo orgullosos que se sienten de su labor realizada (de notable, ojo) y vienen los conservadores en toda su gama de tenebrosos matices a poner remedio a nuestras calamidades. Ya ha pasado otras veces; y volverá a pasar, pero al revés. Es como el vaivén de las olas del mar, que ahora suben, ahora bajan. Y el mar siempre es el mismo. La vida es así. Desde luego, un sueño no es. Ni bella, tampoco. En realidad es una pesadilla a la que estamos acostumbrados desde que nacemos. Nos acostumbramos con tanta soltura que, encima, nos gusta. Así que siempre somos conscientes de que la vida es así. Y que donde había una cosa luego hay otra, que algún día también desaparecerá. Yo, la verdad, no me hallo ni con una cosa ni con la otra, razón por la que he llegado a la conclusión de que me da lo mismo quien gobierne, puesto que como la vida es como es –una pesadilla– nunca encontraré mi sitio.

Y en esas estoy mientras espero que dentro de poco se celebren nuevas elecciones. Es decir, un nuevo movimiento de olas. El oleaje de esta primavera nos ha traído, cuando menos, una sorpresa. Según el organigrama del gobierno municipal de Palma, habrá un concejal que se encargará de Turisme, Innovació, Cultura, Esports i Restauració. Fantástico. Por fin un consistorio realista y sincero, que no duda en reunir bajo un mismo departamento Cultura y Turismo. Por fin, el reconocimiento de que ambos deben ir juntos porque, la verdad, son lo mismo. Ya era hora de que alguien lo reconociera: en estas Islas no existe ninguna diferencia. Puede que sea una pesadilla, pero es que la vida es así.