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Sois la moderna progresía de las islas. No voy a insultaros como acostumbráis a hacerlo vosotros a quienes no son de los vuestros, pero dejadme llamaros insensatos, faltos de seny, desde mi condición de viejo profesor que os dobla en edad y experiencia. Acabáis de perder el poder político, para muchos vuestro modus vivendi. Comprendo vuestro desconsuelo, pero deberíais haber actuado con mayor dignidad para con vosotros mismos.

¿Causas de la debacle? Habéis perdido la lealtad a vuestros orígenes. Os lo cuento. La izquierda en democracia se forjó, desde finales del franquismo, en las mentes lúcidas de un sesudo Tierno Galván o de un irónico Alfonso Guerra; gentes, las unas desengañadas por el slogan de la ‘revolución pendiente', las otras, como Santiago Carrillo, confiadas en que esto de la transición iba en serio. Hubo un pacto de honor y, digámoslo abiertamente, se cumplió.   

Han pasado cincuenta años, medio siglo, y los sucesores aquí en las islas de los Ramón Aguiló, Félix Pons, al que no se le ha podido conceder ni el honor de una calle, o Ignaci Ribas y Marga Thomàs, han tomado y perdido poder, han hecho cosas buenas y malas, pero poco han aprendido de la dignidad política de sus antecesores. Francisca Armengol debería haber anotado las causas de su fracaso, que no están solo en Pedro Sánchez. Tendría que haber asumido sus propios errores, signo inequívoco de inteligencia y señorío, pero se limitó a explicitar su berrinche y vaticinar el fin de la democracia. Y lo mismo digo de sus socios pesemeros. Siempre han sido sutiles, desde sus orígenes de sacristía. Siempre se han movido entre dos aguas, o sea entre el amor a la tierra y el sucursalismo del norte, pero también, como medio monaguillos, ni carecían ni carecen de inteligencia. ¿Por qué han perdido votos? ¡Pregúntenselo! Un examen de conciencia les habría resultado productivo e incluso generador de buena imagen. Pero qué vamos a hacerle. No debían estar preparados para tamaña debacle.

Sus compañeros de los medios de comunicación han sido más inteligentes, salvo aquellos que se han dedicado al insulto desde la primera hora. Y Marga Prohens, la niña de Campos, magistral desde la primera hora, sin descalificar a nadie, siempre ha sido su contraste. Con razón Miquel Segura la ha llamado la dama de la misericordia.   

En política, cuando se quiere actuar con alto alcance, con apertura de miras, se ha de estar preparado más para recibir lecciones que para darlas. Aprendamos diariamente de nuestros errores y de los ajenos. Precisamente la historia política de las islas está plagada, a izquierda y derecha, de grandes figuras abiertas al holocausto, al esfuerzo personal y al comedimiento, desde Antonio Maura a Alejandro Jaume. Gente sin fijaciones, abierta y generosa. Mucho de ellos deberíamos haber aprendido.

Y un último consejo: bien haríais en dejar de momento tranquilo a Vox y a sus seguidores. Con la descalificación permanente rompemos el juego democrático y nos precipitamos en una escalada de violencia que a todos nos puede hacer daño, enviando al abismo no solo a personas dignísimas sino a los propios pilares de la convivencia. No me cansaré de repetirlo: Vox lo han creado derecha e izquierda con sus torpezas. No deja de ser la historia de siempre. Tiempo tendrá para ser criticado, pero antes interroguémonos a nosotros mismos. ¿Misión imposible?