TW
1

De un tiempo a esta parte me he estado fijando mucho en las características del ser humano moderno, usuario de las tecnologías más avanzadas, sociable, espabilado y, en fin, arquetipo de la civilización. Y he podido llegar a una conclusión que no sé si es acertada, pero que a mí ya me vale: lo más novedoso de este ejemplar humano es su capacidad de estar en un sitio pero estar en otra parte. No sé si me explico. Se trata de que uno está haciendo cualquier cosa pero, en realidad, no la está haciendo. ¿Y por qué? Porque está haciendo otra. Para dicha actividad lo único que se requiere es tener un móvil. Es del todo imprescindible. Basta ver que si algún día te lo olvidas en casa, seguro que estás a lo que tenías que estar. Pero si lo llevas siempre a cuestas (incluso hay quienes se lo cuelgan como si fuera un relicario), lo más probable es que no hagas lo que estés haciendo, pues con toda seguridad estás haciendo otra cosa. Ejemplos los hay a miles. Y con ejemplos todo se entiende mejor. Veamos el de las salas de espera. Tú puedes estar esperando en la consulta del dentista para hacerte un empaste y en realidad estar hablando con tu amante clandestino sobre una próxima cita. O mirando un vídeo de un desconocido hurgándose la nariz (yo no lo he visto nunca, pero seguro que se puede ver). O estudiando una lección para el carnet de conducir. Da igual. Lo que sea. ¿Y qué me dicen de esas pandillas de jóvenes o esas parejas que se supone que han quedado para pasar un buen rato? Están en otra parte, cada uno en un sitio diferente. No hablan. Están obnubilados con lo que les sale en la pantalla. Fantástico. Fíjense solo un poco. Se darán cuenta de que todos están en otra parte. Seguramente muy lejos.