A principios de julio de todos los años, hace de ello varias décadas, llegaban a Mallorca corresponsales de la mayoría de periódicos europeos; incluso algunos americanos, como el Daily News. En el aeropuerto de Palma, todos las mañana, se reunían los corresponsales de los periódicos más leídos de Europa y América, para entrevistar a los vips que pudieran llegar, hacerles una entrevista o simplemente decir que estaban en Mallorca. Eran muchos, hasta tal punto que el entonces director del aeropuerto de Son Sant Joan, Pedro Meaurio, el mejor director que ha tenido el Aeropuerto de Mallorca, decidió acondicionar un local para que los periodistas pudieran estar atendidos y cómodos en sus trabajos.
Recuerdo, como responsable de prensa del aeropuerto, que todas las mañanas el director visitaba a los periodistas e intercambiaba comentarios con ellos. Me llamó mucho la atención el buen hacer de aquellos periodistas de El País, ABC, La Vanguardia, Le Monde o el Dailymail… y tantos otros que hoy no recuerdo. Eran unos quince periodistas que escribían todos los días noticias nacidas en Mallorca para sus periódicos de Europa y América. Todo lo que sucedía en Mallorca era noticia en el mundo. Incluso la visita de toda la familia del presidente Barack Obama, que almorzaron con el Rey en el Palacio de Marivent, de Mallorca. Muchas son las noticias que podía contarles de aquellos felices años, donde los turistas de cualquier lugar del mundo venían a la Isla para tomar el sol y divertirse.
De los muchos periodistas que nos visitaron en verano, recuerdo, por mi relación con él, ya que estudiamos juntos en la Facultad de Periodismo de Navarra, a Santiago Castello, que también pasaba sus veranos en Mallorca enviado por el periódico ABC. En sus crónicas siempre demostraban un cariño especial hacia la Isla. Días pasados, en una librería, vi el nombre de Santiago Castello, que, además de periodista, era un gran literato; bajo su nombre estaba el título de su último libro de poesías: Esta luz sin retorno. En uno de sus versos escribe: «Ahora que empiezo a ser sólo memoria/ y me invade el silencio/ y el tiempo me amenaza,/ quiero volver a ser niño de nuevo/ y que el dolor no escarbe/ en la hondura del pecho./ Quiero seguir soñando/ más allá de la muerte.» Sirva esta crónica como homenaje a aquellos periodistas de todo el mundo que nos visitaron, y que siempre en sus crónicas hablaron muy bien de Mallorca.
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