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Salimos como espectros cuando baja el sol. Llenamos las veredas del mar, los paseos devuelven el eco de los gritos de los niños sudorosos que juegan en el cemento como si fuera la arena, las mujeres magrebíes siguen vestidas mientras sus hijos se sumergen en un mar que alcanza los 24 grados. No hay tregua en este julio sofocante. A unos días de unas elecciones que pueden dejarnos en otro lugar, más cerca de Italia, de Polonia, de Hungria y de la lejana Finlandia, los líderes se desgañitan, sacan pecho, reiteran consignas, se dan zarpazos mientras quienes les van a dar la mano o negar el pan solo piensan en cómo resistir el calor.

La agencia meteorológica anunció un relajo de las temperaturas para los días previos a las elecciones de hoy domingo, en el que se acabó la bondad térmica porque ya nos dijeron que regresaría con furor este azote de calor. Mejor tener la cabeza fría para reflexionar un voto que puede suponer una frenada en derechos y libertad. Ya estamos viendo cómo se traducen las alianzas de los conservadores con la extrema derecha en ayuntamientos y comunidades autónomas. Hay que tener la cabeza fría y ser conscientes de que el simple gesto de echar unas papeletas en la urna pueden llevarnos a un lado u otro del tablero. Ya sabemos, además, que a este país, julio no le sienta nada bien.

Llevamos demasiadas noches durmiendo poco y mal. No es alentador para quien a estas alturas no sabe qué va a votar, incluso si es que piensa acercarse a los colegios electorales. Son los más jóvenes los que inquietan. Las encuestas dan empate al actual gobierno de coalición de izquierdas o al que podría reemplazarlo, los conservadores en la más que probable alianza con la extrema derecha.
Vamos a ver, esta misma noche, si la nave va manteniéndose o da un viraje que para algunos, entre ellos muchos jóvenes, se antoja revolucionario. Va a resultar que votar conservador va a ser lo más en un escenario que muchos formatean en Tik Tok. Nunca la realidad se había hecho más líquida. Estoy por enviar a Alexa a votar por mí. Mientras, no me extrañaría que en esta sociedad multipantalla, más de uno le haya preguntado al robot qué votar porque que entre los bisoños votantes debates y tertulias tradicionales no cuentan. Si no se leen ni un periódico. Ni siquiera saben que un mes de julio hubo una guerra civil que enfrentó a las dos Españas.

¡Hay que ver que mal le sienta julio a este país! Solo pido que no tengamos que tragarnos de nuevo este sapo que ni en los cuentos populares se va a convertir en príncipe. Sobre todo, porque para qué queremos otro, si ya tuvimos uno que además nos está saliendo muy caro.
Esta misma semana ha vuelto Corinna, con su demanda millonaria contra su examante el emérito Juan Carlos. También julio pone entre las cuerdas a la realeza. En fin, como se despedía el periodista de la película Good Night, Good Luck!