Durante la Copa Mundial Femenina de la FIFA, que muy merecidamente ganó la selección española que cuenta con magnificas jugadoras, el fútbol femenino acaparó una atención considerable, especialmente en Europa.
Pero, a pesar de los progresos realizados, también aquellos días, se pusieron de relieve los grandes retos que, en materia de igualdad, quedan todavía por resolver. Tras los penosos sucesos protagonizados por el entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, (RFEF), sus posteriores vergonzosas y graves declaraciones evidenciaron, por si alguien tenía todavía alguna duda, una manera inaceptable y punible de entender y ejercer el poder.
También las imágenes que vimos en los medios de comunicación constataron la casi nula presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad como técnicos y dirigentes. Las imágenes del presidente de la RFEF y sus palmeros, seguían trasmitiendo estereotipos asociados al género masculino alejados de los valores, leyes, y principios de una sociedad democrática.
Desde el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE) de la Comisión Europea (CE) se está siguiendo muy de cerca esta situación. El EIGE, creado en el 2010, que trabaja para hacer realidad la igualdad de género en la UE, viene recopilando datos sobre igualdad en el deporte y comprobando que los países apliquen las políticas de igualdad. Según la legislación vigente, para mediados de 2026, al menos el 40 % de los puestos directivos no ejecutivos y el 33 % de los ejecutivos, en los consejos de administración, deberán estar ocupados por mujeres. Ello afecta a presidencias, vicepresidencias, vocalías y directivas en las federaciones deportivas europeas.
El Grupo de Alto Nivel sobre la Igualdad de Género en el Deporte de la CE, presentó, en el 2022, un plan de acción con recomendaciones y propuestas dirigidas a la CE, los Estados miembros y las organizaciones deportivas, con el fin de lograr un mayor equilibrio de género en el deporte.
Recuerdo como a principios del 2007, siendo diputada el Parlamento europeo, con el trabajo conjunto de muchas mujeres conseguimos que, por primera vez desde 1877, la tenista ganadora en Wimbledon, Venus Williams, recibiera la misma cantidad en metálico que su homólogo masculino Roger Federer. El año anterior Federer también ganador del torneo había ganada 44.800 euros más que Amélie Mauresmo, la ganadora femenina. Hay que seguir, sin bajar la guardia, porque este es el camino.
Machismo, desigualdad salarial, falta de inversión, ausencia de mujeres en los puestos de decisión, y prejuicios son solo algunos de los retos a los que todavía tienen que enfrentarse las mujeres deportistas que, con su valentía, están haciendo historia.
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