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Muchos observadores comentan estos días, y no es la primera vez, que los viejos jarrones chinos del PSOE, señores González y Guerra, se han hecho del PP sin enterarse, y aunque es natural y biológico que la ancianidad, al aflojarte las tuercas, te derechice y te suelte la cadera, quizá están yendo demasiado lejos. Sus críticas a la lejana posibilidad de que Sánchez pacte medidas infames y anticonstitucionales con los independentistas catalanes a fin de ser investido, sobre todo esa turbia amnistía, son mucho más feroces que las que pudiera hacer Aznar, o el propio Abascal, y más demoledoras viniendo de donde vienen. Incluso los numerosos socialistas que más o menos están de acuerdo, piensan que estos líderes antediluvianos han ido ya demasiado lejos, y demasiado pronto, puesto que tal maniobra política todavía no ha sucedido. He citado alguna vez una vieja cancioncilla galesa, muy triste, que dice «Por el camino correcto, en el tiempo equivocado». Lo peor que puede pasar. Una desgracia, en efecto, y no digamos si además de en el tiempo equivocado, se va por el camino correcto, pero demasiado lejos. De toda la vida, la expresión «ir demasiado lejos» es signo de perdición y extravío, vayas a dónde vayas y por muy acertado que sea el camino. Porque en la lejanía todo se desbarata, las direcciones se invierten, no hay más que ver lo que sucede en los confines del universo, llenos de estrellas fantasma, muertas y desaparecidas hace millones de años. Lo que en lenguaje coloquial se llama pasarse, o pasase tres pueblos. T’as pasao, tío, se dice, y no importa nada si el camino es o no correcto, porque si vas demasiado lejos, el caos es idéntico. Más aún. Sé de oídas y por referencias, no suelo transitarlos, que precisamente los caminos cargados de razón y de la corrección social imperante en el momento, suelen ser los más propicios a pasarse, y llegar demasiado lejos resbalando como sobre aceite lubricante. ¿Son del PP, sin saberlo, los señores González y Guerra, entre otros vetustos socialistas? Dios me libre de llevar tan lejos la reflexión. Yo lo más lejos que voy es a la esquina, y justo a tiempo. Por el camino correcto, demasiado lejos, suena a cancioncilla.