Cuando no se respetan los derechos fundamentales de las personas, los pueblos se envilecen porque fallan en lo fundamental. La persona debe ser siempre respetada porque es un fin en sí misma. Nunca puede ser empleada o manipulada como un medio. Las dictaduras que así lo han hecho han producido innumerables víctimas, pero tarde o temprano han caído estrepitosamente.
Solo cuando la persona humana es respetada, se puede construir una sociedad justa y solidaria. La persona con todos sus derechos y deberes es el centro y fundamento de dicha sociedad.
La Iglesia, «experta en humanidad», como le gustaba decir a Pablo VI, a través de su doctrina social, proclama con fuerza este fundamental principio de ética humana y cristiana: la persona humana es sagrada porque ha sido creada a imagen de Dios, por lo que debe ser siempre respetada, y todo cuanto atenta contra su vida y su dignidad debe ser rechazado. La Iglesia debe siempre evangelizar humanizando y humanizar evangelizando. La Buena Noticia que Jesús nos proclamó -su Evangelio- es esencialmente humano y humanizador, dador de sentido y de salvación.
1 comentario
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Que hay del encubrimiento de la iglesia de los abusos a menores llevados a cabo por sus clerigos? Eso no parece ser muy humanizador.