Ahí llegó el rey Carlos III de Inglaterra sin disimulo, para luego recordarnos que La Tierra que estamos destruyendo no nos pertenece. Pero si los ciudadanos van en vehículo particular a comprar a la esquina, qué le impide a él llegar a la cumbre del cambio climático en jet privado. Debió pensar que el coche es al plebeyo lo que el avión a la realeza, un privilegio que las democracias han extendido a los políticos. Y así el primer ministro británico también fue en jet a Dubái. Total, era un viaje oficial, no como el uso del Falcón por parte de Sánchez para ir de concierto. No sé si los ingleses calcularon el impacto en su imagen ante 70.000 delegados de 197 países. O quizá es intrascendente a juzgar por las conclusiones, o inconclusiones, que va generando un encuentro celebrado en escenario clave de producción petrolera y que no logrará sacar al planeta de la UCI.
La hipocresía de la ecopolítica
Palma15/12/23 0:29
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1 comentario
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Bravo!!. Por fin una periodista que se atreve a decir algo sobre la ecoestafa. No se trata de negar el cambio climático, sino de todo el tinglado montado alrededor de él. Es un negocio que da unos beneficios enormes. A ver si algún día algún periodista valiente se atreve a escribir sobre ecoembes y todo el entramado que hay detrás del reciclaje.