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Esta película (Roberto A. Salcedo, 2018) cuenta la historia de una adinerada familia dominicana que vive despreocupada hasta verse en la pobreza. No es de momento el caso de los asistentes al evento que el empresario Christian Umbrach ha definido como «la semana más cara en los Alpes,» y no parece desacertado, porque las tarifas para poder asistir, en la exclusiva estación de esquí de Davos cerca de Zúrich, Suiza, a los encuentros del Foro Económico Mundial (FEM) parten de los 69.000 dólares para la inscripción individual hasta alcanzar los 600.000 dólares para las corporaciones; viaje, alojamiento y seguridad aparte. Desde su creación en 1971 por el ingeniero y economista alemán Klaus Schwab el FEM nunca ocultó la finalidad, reafirmada en su guía del 2020, de fomentar el capitalismo de las partes interesadas. No debe llamarnos a engaño. Aunque los conflictos globales, el auge de la inteligencia artificial, el cambio climático y la guerra estén en las discusiones de este año, no es un foro social sino de negocios y conexiones de alto nivel. A pesar de los coqueteos con el Sur Global, particularmente con la India y países de África, en un claro posicionamiento comercial contra China, las reuniones anteriores del FEM no han dado lugar a ninguna inversión significativa en los países urgentemente necesitados. Los temas que se abordaron este año reflejan, según Klaus Schwab «el enfrentamiento a un mundo fracturado y a crecientes divisiones sociales, que conducen a una incertidumbre y un pesimismo generalizados» y propone «ir más allá de la gestión de crisis, examinando las causas fundamentales de los problemas actuales y construyendo juntos un futuro más prometedor.» Pero hay serias dudas sobre la capacidad real de resolver conflictos con una visión únicamente mercantil de capitalismo global, que parece resistirse a la desglobalización política y la multilateralidad. ¿Será Davos al final tan solo un encuentro de pobres millonarios?