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En Francia están con un lío tremendo después de las elecciones al Parlamento Europeo. El presidente de la república, Emmanuel Macron, ha convocado legislativas ante el avance de la extrema derecha y la confusión es mayúscula. El actual jefe del Estado es un personaje raro que consiguió hacerse con la derecha y la izquierda a la vez para intentar impedir el paso de Le Pen y sus seguidores. Es como si, en España, PP y PSOE hubieran desaparecido para ser sustituidos por el Albert Ribera de hace ocho años y éste se hubiera convertido en presidente frente a Abascal. Bueno, es lo que Ciudadanos hubiera soñado, pero no pasó. En el momento francés el tema se ha convertido en tan complicado que hasta los futbolistas se pronuncian al respecto. Mientras, en el Reino Unido tienen también elecciones en pocas semanas y es curiosa la superposición con Francia. No dejan de ser los dos países más influyentes en Europa en los últimos tres siglos.

Las encuestas británicas anticipan un hundimiento histórico de los conservadores. Toda la expectativa está en saber si se van a estampar, a estrellar o a desintegrar. Importa poco lo que propongan o vayan a hacer los laboristas en su lugar. Lo interesante del contraste con Francia es que, los conservadores británicos se han dedicado en la última década, y más atrás, a hacer buena parte de lo que propone la extrema derecha francesa. Del Brexit a la política migratoria y económica. Eso les pone al borde de la desaparición. La disonancia es que los británicos aún disponen de un sistema de partidos tradicional armado que ofrece una alternativa. Tan tradicional que sobrevive desde hace un siglo largo. De ahí que su confusión, ahora mismo sea mucho menor que la francesa. Y, a partir de ahí, hagan ustedes las lecturas locales que quieran porque recuerden el chiste: van un francés, un inglés y un español y entonces...