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Tras semanas de forcejeos teológicos, retransmitidos casi en directo en todos los telediarios, y una vez excomulgadas por la Santa Sede las 10 monjas clarisas de Belorado por cismáticas, heréticas y rebeldes (y por desternillarse de risa ante las amenazas del arzobispado, y hacerse selfies burlescos), el arzobispo de Burgos monseñor Mario Iceta las instó a abandonar el convento so pena de acciones legales, a lo que ellas, como buenas cismáticas excomulgadas, dijeron que vale, que bueno, que les da igual, porque al haberse separado de la Iglesia el derecho canónico no les afecta, les trae al pairo. Fantásticas, estas monjas herejes, y lo que se divierten. Y eso que ahora obedecen a un falso obispo también excomulgado, Pablo de Rojas, y ni así han perdido el buen humor estas monjas rebeldes. A mí me dejaron estupefacto desde el principio, jamás imaginé que en estos tiempos irrumpirían en la actualidad, a carcajadas, unas monjas medievales y respondonas. ¡Excomuniones! ¡Cisma religioso! ¡Herejía! La cosa parecía una serpiente de verano, ese clásico del periodismo casi desaparecido por exceso de serpientes y noticias absurdas. Pero la serpiente fue engordando, como si el mismísimo diablo, el del Árbol del Bien y del Mal, hubiera penetrado en el convento, y las hermanas clarisas, excelentes reposteras, se hubiesen zampado las manzanas a puñados. Un pecado muy tradicional, antiquísimo. Cómo íbamos a pensar que una noticia eclesiástica antediluviana coparía la actualidad durante semanas. El arzobispo, conforme a la parábola de hijo pródigo, rezando por la vuelta al redil de las monjas, y ellas que no y que no. No creo que esto sea una de la señales del Apocalipsis, pero sí prueba que en el Cielo hay ya tanta gresca como en la Tierra, y un número similar de majaretas. Algunos dicen que tras esta rebelión en el convento hay temas financieros, pero claro, tales asuntos siempre han sido el nexo de unión entre lo divino y lo profano. El Cielo y la Tierra. Lo importante de esta serpiente religiosa es la felicidad y la juerga de las monjas cismáticas, que llevan semanas tronchándose y nos alegran el verano. ¡Un cisma divertido hoy en día! Me chiflan estas monjas piradas.