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Hotel Mallorca podría ser el nombre de un establecimiento hotelero, pero lo cierto es casi toda la Isla se ha convertido en un gran hotel, en muchos casos ilegal. Como turista y residente en Mallorca, soy defensora de esta actividad económica: me encanta viajar y soy consciente de la importancia que tiene el turismo en la economía mallorquina. Sin embargo, se tienen que establecer límites y no puede ser que cualquier domicilio, pueda funcionar como si fuese un hotel. Al margen de la competencia desleal que supone, el alquiler turístico ilegal es el principal responsable de la masificación turística que sufre Mallorca; insisto, el ilegal.

Hasta hace unos años, los viajeros solían alojarse en zonas turísticas, por lo que el impacto que generaban en la vida cotidiana de los residentes no era tan perceptible. Sin embargo, ahora se pueden encontrar visitantes en cualquier barrio de la Isla, incluso en los más deprimidos. Evidentemente, de vacaciones se tienen otros horarios: las cenas se prolongan hasta tarde, con las insufribles consecuencias para los residentes. Además, hay más atascos, menos aparcamientos... Por no hablar de los problemas de la vivienda. Cada vez hay más propietarios que han sacado sus inmuebles del mercado del alquiler de larga estancia para destinarlo al turístico.

Es muy tentador ingresar el doble o el triple de dinero, que teniendo en cuenta el elevado nivel de vida de la Isla no viene nada mal. Sin embargo, todo esto ha llegado a un punto inasumible. Mallorca no puede ser un hotel. Los propios empresarios del sector así lo reconocen. Esta semana Exceltur ha publicado un manifiesto con 80 medidas y una de ellas consiste en respaldar «el máximo control y lucha» contra el alquiler turístico ilegal. En mi opinión, es urgente que el Consell de Mallorca incremente el número de inspectores que se dedican a este asunto.