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El popular Llorenç Galmés, president del Consell de Mallorca, ha modificado una de las propuestas estrellas del anterior gobierno como era la pacificación de la circulación en la vía de cintura, a través de la rebaja sustancial del límite de velocidad a 80 km/h, decisión que fue poco entendida en su momento por la mayoría de ciudadanos, a diferencia del límite de 100 km/h propuesto por Galmés, que, aunque no recupera los 120 de toda la vida, es mayoritariamente comprendida y aceptada por los conductores.

Pero este cambio no es menor, supone asumir un gran riesgo político, ya que, en caso de accidentes mortales, no tardará la oposición de izquierdas -Vox y PI están a favor- en adjudicárselo, culpabilizando al aumento del límite ‘galmesiano’ de esas posibles tragedias. Galmés se ha marcado un ‘Ayuso’ en toda regla. La presidenta madrileña se arriesgó en su momento con unas medidas ‘tabernarias’ menos restrictivas que el resto de CCAA por la COVID, y le salió bien la jugada, una de las claves de su popularidad.

No ha sido la única medida que ha tomado favorable a la fluidez en el uso del coche en la vía de cintura, al incluir, en ciertos tramos, marcas viales que reducen los movimientos entre los carriles a los conductores, para facilitar, en la mayoría de los casos, las incorporaciones a esta.

Pero dentro de las herencias de la socialista Cladera en materia de movilidad, la más estructural, no ha sido ni el carril Bus - VAO, ni esa limitación, sino la ‘renuncia’ al dinero del convenio de carreteras que incluía la construcción del segundo cinturón, propiciando -entre las medidas de expulsión del transporte privado del exalcalde socialista Hila del centro de Palma y las obras del Passeig Marítim- una mayor saturación presente y futura, mayoritariamente en horas punta, de la principal arteria palmesana.

La movilidad y la falta de infraestructuras tienen que jugar un papel destacado en el debate abierto sobre la capacidad de carga en nuestras islas, y ahí, el segundo cinturón sobresale de manera significativa, junto con soluciones ferroviarias y de aparcamientos disuasorios. Hay que reflexionar sobre la incidencia de su falta en los desplazamientos laborales y en el dinamismo económico, ya que, por ejemplo, el actual sistema fuerza a residentes de Inca o Manacor a pasar por el área más congestionada, como es Palma, para ir a Calvià o Andratx, o viceversa, abarrotando la vía de cintura. La alternativa de uso de transporte colectivo para esos desplazamientos es, en la actualidad y en el futuro más cercano, más bien una quimera.

No se puede gobernar al margen de la situación que vamos a tener que enfrentarnos según la proyección de crecimiento poblacional que el Instituto Nacional de Estadísticas ha realizado, que suelen cumplirse, a diferencia de las encuestas electorales del CIS de Tezanos, y a pesar de que a todos nos gustaría que no se llegara a esos niveles de crecimiento, parece que eso es ficción, y que será superada por la realidad, generando esa necesidad de infraestructuras como la indicada, aunque en la agenda ‘galmesiana’ se contemple únicamente los tramos menos ‘polémicos’, pero no su total finalización.