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El mundo del fútbol es capaz de aglutinar a gentes de todos los pelajes, aunque tradicionalmente ha sido reducto de fachas, machistas y racistas que, al resguardo de la masa, se explayan como energúmenos con sus gritos e insultos. Pero hete aquí que de repente ese submundo facha se encuentra con que ellas, las mujeres, ganan el mundial y además muestran su homosexualidad como lo que es, lo más normal, y que, mira tú por dónde, las dos estrellas de la selección masculina resulta que son negros, catalán y vasco además, de origen humilde del que, como Jenni Hermoso, se sienten orgullosos y que se lo pasan divinamente ganando la Eurocopa y a todas esas selecciones que batían una y otra vez a la Roja cuando estaba compuesta exclusivamente por blanquitos que sólo hablaban de fútbol.

Porque, esa es otra, el fichaje estrella que tantos años han esperado va y, justo cuando está a punto de venir a ser presentado oficialmente, hace declaraciones políticas pidiendo a los jóvenes que voten y que no permitan que la extrema derecha gobierne en Francia. ¡Un deportista hablando de política! ¡Herejía! ¡Y encima no es de los nuestros! ¡Traición!

Sí, realmente algo está cambiando en el mundo del fútbol, y para bien. Ya era hora de que viéramos que se puede jugar al fútbol siendo homosexual (aunque de momento ellos sigan sin atreverse a salir del armario), de que deportistas defiendan libremente sus opiniones políticas sin ser linchados por ello, de que la selección española sea una muestra de la diversidad de nuestra población. La dignidad y ejemplaridad que mostraron las jugadoras defendiendo sus derechos fue un salto cualitativo en la percepción social de lo que es el feminismo. Nico y Lamine pueden conseguir que este país dé respuesta al racismo que existe y que está tan implantado en nuestras calles. Y Mbappé, quizá porque no sabía dónde se metía cuando fichó por el Madrid, ha roto una lanza en favor de que los deportistas tomen partido y se mojen, algo no sólo poco visto, sino perseguido por estos cavernarios lares.

Vivimos un momento de la Historia muy peligroso en el que la generalización de bulos, insultos y mentiras ha arrinconado a la verdad y los ideales. Los referentes que teníamos, los Sampedro, Galeano o Aute ya no están con nosotros. Por eso, cuando hoy vemos incubar de nuevo el huevo de la serpiente, es más importante que nunca que aparezcan nuevos referentes capaces de frenar el resurgir de la barbarie. Gracias Lamine, gracias Nico, gracias Kylian y, sobre todo, gracias Jenni y compañeras.