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Mucho antes de que existiera internet, que como saben contiene todos los conocimientos de la humanidad y buena parte de los desconocimientos, ya había un remoto antecedente del siglo XIII, el asombroso Codex Gigas (observen el término gigas ya entonces), monstruoso libro de 90 x 50,5 centímetros y 74,8 kilos de peso que, al igual que el propio internet, también fue obra del diablo. El Codex Gigas, manuscrito medieval escrito en latín y en pergamino, para el que se necesitaron más de cien pieles de burro, está ahora en la Biblioteca Nacional de Suecia, en Estocolmo, y su historia, perfectamente documentada, es casi tan legendaria como la de los inventores de internet. En el año 1204, un monje copista llamado Herman el Recluso, del monasterio benedictino de Podlazice, en la Bohemia, al parecer incumplió sus votos y fue condenado a morir emparedado. Otros tiempos, otras costumbres. El abad le perdonó si escribía en una noche todo el conocimiento de la humanidad, y a ello se puso ese Recluso con gran entusiasmo. A la medianoche ya presintió que no tendría tiempo, y según la leyenda pidió ayuda al diablo. Lucifer, siempre campechano, aceptó a cambio de que su imagen saliese en el libro, y a la mañana siguiente el trabajo estaba acabado. Puesto que lo contenía todo (sí, como internet), lógicamente allí estaba también la Biblia, razón por la que el Codex Gigas es universalmente conocido como la Biblia del Diablo. Internet antes de que existiera internet, si se puede expresar así. Normal que tenga tantos gigas. Hay algunas otras Biblias gigantescas, que hasta requerían maquinaria para pasar las páginas, así como el extraordinario Corán de Samarcanda, al que por el tamaño del atril de piedra se le atribuyen dos metros de altura y dos de ancho, y unos 300 kilos de peso. Es decir, que todo el conocimiento del mundo, ahora llamado internet, empezó ya por las grandes religiones, y con participación muy activa del diablo. Igual que en el Jardín del Edén y el árbol del fruto prohibido. Cuento estas curiosidades para probar que antes de que existiera internet, la humanidad no tuvo durante milenios otra obsesión y manía que inventarlo, y de ahí estos intentos monstruosos.