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En la película Cuidado con las señoras (1968) José Luis López Vázquez emplea la exclamación que preside este artículo tras un peculiar diálogo con dos extranjeras. Y es que bajo su advocación de ministro de Turismo, Fraga «poquito a poco y por lo bajinis llenó España de paradores y de bikinis» (La Trinca dixit). En Mallorca no hizo falta parador alguno.

Era Don Manuel en esos años del desarrollo económico, también, ministro de Información. En la línea de los procesos clásicos de liberalización y posterior democratización que él mismo explicó, promulgó Fraga la Ley de Prensa, conocida por su propio apellido (1966) y que derogaba la censura previa, estableciendo sanciones administrativas a imponer con posterioridad a la publicación de lo no deseable por parte del régimen. En algunos casos el resultado fue que bastaba que una publicación fuera sancionada un par de veces para que parte del público la considerase, por ese mero motivo, como una gran revista o periódico.

Anda nuestro presidente con esa misma idea en su mollera, aunque con menos originalidad y brillantez que Don Manuel. Eso sí, visto lo visto, quizás logre sus maléficos objetivos con mayor brillantez que el gallego… Fraga claro, que fue cesado por dejar que se informase con libertad sobre el caso MATESA, un escándalo que afectaba a un ministro del Opus y que hoy sería cosa menor comparada, por ejemplo, con los 600 millones de los ERE. Con su habitual retranca, el general Franco dejó hacer y cuando habían pasado unos meses cesó a uno y a otro.

No sé si con la ley de 1966 conseguiría el Sr. Presidente limitar las informaciones periodísticas sobre su augusta esposa y su estimado hermano. Lo que sí sé es que corren malos tiempos para la libertad de prensa, y no sólo por culpa del presidente y sus subalternos –con perdón de los banderilleros–, sino también por responsabilidad de medios y agrupaciones profesionales de la prensa que han tenido –en general– una postura más bien turbia. Alguno de los mariachis de Sánchez habla de crear un equipo de expertos, nombrados por el Gobiernos claro, y un código deontológico para definir lo que se puede publicar y lo que no. Mire señora, aquí y en este tema no hay más código deontológico que el código penal y sus artículos sobre la calumnia y la injuria. Todo lo demás debe poder decirse. La responsabilidad del periodista, articulista o medio es la otra cara de la moneda de la libertad de prensa. Así de sencillo. Felipe González, hoy disfrazado de equilibrado y paciente abuelito, tuvo un ministro que afirmó que «la mejor política industrial es la que no existe». En boca de un socialista, aunque sea navarro, eso resulta raro. Eran los años en que Felipe regalaba a empresarios extranjeros empresas incautadas a Ruiz Mateos. Desde un punto de vista democrático mejor afirmar que la mejor ley de prensa es la que no existe.

A mayor abundamiento, para defender sus argumentos censores, Sánchez acude a luchar contra la «injerencia extranjera» (sic). Los que tenemos algunos años recordamos que esa expresión era uno de los lemas favoritos de los franquistas más inmovilistas, es decir los que estaban a la derecha de Don Manuel. Y, además, el tío, lo hace en nombre de la regeneración, lo que también tiene su cosa. Fue el regeneracionismo un movimiento intelectual preocupado por la situación de nuestra Patria en el último tercio del siglo XIX. Costa, Mallada y otros propugnaban reformas políticas, luchar contra el caciquismo, una política hidráulica, escuela y despensa, cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid… sin abrir otros por conveniencias políticas, claro. Tras haber colaborado a vaciar de contenido escuelas y hasta universidades y menguar nuestra despensa y pequeños ahorros con un desbocado gasto público improductivo y una política monetaria de claros efectos inflacionistas y erosionadores de las clases medias y bajas, el Sr. Sánchez se empeña en abrir sepulcros y amenazar a medios de comunicación, cuando lo que debería hacer él, como persona física, o su gobierno, si así lo considera oportuno, es querellarse contra los que supuestamente les ofenden.

Si se trata de bulos, le voy a contar uno. En teLENINvisión Española (Televisión Espantosa según Rosa María Mateos) una de las tertulianas afirmó no hace mucho que el PP no quería un acuerdo sobre el Consejo General del Poder Judicial porque quería, desde ese tribunal, proteger la corrupción endémica del partido. El día siguiente el PP aprobó el acuerdo. ¿No era eso un bulo, Sr. Sánchez?

Como llegó ya el verano les propongo leer algunas de las obras de Joaquín Costa o Lucas Mallada, regeneracionistas de pro frente al pesimismo del 98 y la acomodaticia sociedad actual. También pueden leer alguna de las obras de Fraga antes de que sean prohibidas. Leer alguna del ágrafo, iletrado y censor en ciernes Doctor Sánchez les será más difícil.