Estos días he visitado la finca Son Mut Nou, un campo experimental de cultivo de la higuera, ubicado en Llucmajor. Allí se pueden encontrar ejemplares de todo el mundo, algunos de ellos extinguidos en sus países de origen. Además, hay muchas higueras con un valor incalculable: desde una hija de la que vio morir al Che Guevara, a otras que veneran los budistas o que han sido donadas por fallecidos en la guerra de Ucrania.
Este gran tesoro que tenemos en Mallorca es gracias a Monserrat Pons, un farmacéutico de Llucmajor que, personalmente, ha traído ejemplares de higueras de todo el mundo. La pasión con la que cuenta cada historia pone de manifiesto la felicidad que le genera la gran hazaña que está realizando. Gracias a su buen hacer, algunos ejemplares no se perderán, entre ellos, los mallorquines. Al pasear por Son Mut Nou se respira felicidad, paz y armonía. Es cierto que las higueras ayudan, pero nada de ello sería posible sin la pasión que que le pone Monserrat, que tiene numerosos proyectos en marcha.
Aunque muchas personas piensan que para ser feliz es necesario tener grandes lujos, lo cierto es que la felicidad está al alcance de nuestra mano y una de las claves es disfrutar del día a día, ponerle pasión y amor a nuestro trabajo. Esto nos hará más felicies a nosotros y a los que nos rodean.
1 comentario
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La felicidad no existe como tal. Existen momentos felices y punto. Mejor si pones empeño sano en tus cosas, pero basta que te aparezca un lunar negro en cualquier parte del cuerpo y la presunta felicidad se va a tomar por ahí, por muchas higueras que tengas. Como decía el gran pintor Julio Viera: "El dinero no da la felicidad, pero la miseria tampoco".