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La felicidad es uno de los objetivos fundamentales del ser humano. Sobre este asunto se han realizado miles de investigaciones y se siguen haciendo. Una de las que ha tenido más repercusión es la de Harvard, que considera que el secreto de la felicidad consiste en tener un buen círculo social con el que relacionarse, es decir, personas que te quieran. Estoy totalmente de acuerdo, pero creo que hay otros factores que influyen en la consecución de este objetivo universal. Uno de ellos es vivir la vida con pasión.

Estos días he visitado la finca Son Mut Nou, un campo experimental de cultivo de la higuera, ubicado en Llucmajor. Allí se pueden encontrar ejemplares de todo el mundo, algunos de ellos extinguidos en sus países de origen. Además, hay muchas higueras con un valor incalculable: desde una hija de la que vio morir al Che Guevara, a otras que veneran los budistas o que han sido donadas por fallecidos en la guerra de Ucrania.

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Este gran tesoro que tenemos en Mallorca es gracias a Monserrat Pons, un farmacéutico de Llucmajor que, personalmente, ha traído ejemplares de higueras de todo el mundo. La pasión con la que cuenta cada historia pone de manifiesto la felicidad que le genera la gran hazaña que está realizando. Gracias a su buen hacer, algunos ejemplares no se perderán, entre ellos, los mallorquines. Al pasear por Son Mut Nou se respira felicidad, paz y armonía. Es cierto que las higueras ayudan, pero nada de ello sería posible sin la pasión que que le pone Monserrat, que tiene numerosos proyectos en marcha.

Aunque muchas personas piensan que para ser feliz es necesario tener grandes lujos, lo cierto es que la felicidad está al alcance de nuestra mano y una de las claves es disfrutar del día a día, ponerle pasión y amor a nuestro trabajo. Esto nos hará más felicies a nosotros y a los que nos rodean.