Uno de los rasgos que más definen el carácter mallorquín es el afán de quedar bien. Esta expresión, quedar bé, significa mucho más que decir por favor y gracias. Tiene que ver con el mundo de las apariencias y de la reputación, que determinan en gran modo nuestra posición social. Es cierto que los tiempos modernos son más individualistas y despreocupados, pero el quedar bé todavía marca profundamente las relaciones sociales en Mallorca.
Quedar bien quiere decir estar a la altura de lo que los demás esperan de nosotros. Significa no quedar mal: que no haya nada que reprochar de nuestro comportamiento para con los demás, no tener tacha. Lo hacemos para los demás, pero también para nosotros mismos: para tener prestigio, para ser alguien. Y con tal de conseguirlo estamos dispuestos a sacrificar tiempo, dinero y esfuerzos.
Hay numerosos ejemplos del quedar bé. El más característico es cuando tenemos invitados en casa. Hay que desvivirse por ellos. Queremos ser los mejores anfitriones, estar por encima de las expectativas. Que no hi hagi res que dir. Queremos que la comida y la cortesía con la que les agasajamos sean unen recuerdo que evoquen durante mucho tiempo (y que hagan saber públicamente). Por extensión, también se aplica a las visitas. No solo les ofrecemos alojamiento, sino que les hacemos un tour por los enclaves turísticos imprescindibles y los restaurantes más auténticos, contando por el camino anécdotas personales o haciendo recomendaciones sobre dónde comprar la ensaimada o la sobrasada. Nos desvivimos para que nuestros huéspedes puedan decir que conocen lo mejor de Mallorca gracias a nosotros.
En algunas ocasiones, quedar bien es gratis. Por ejemplo, felicitar el santo. Sin embargo, a veces está relacionado con un gasto mínimo: cuando hacemos un regalo, no escatimaremos en el precio. Y en la forma de vestir, intentaremos siempre estar a la altura de la situación.
Otro clásico del quedar bien es omitir nuestra opinión en ciertas ocasiones para no incomodar a nuestros amigos o conocidos. Si un plato del restaurante no te gusta, no lo dirás al camarero, simplemente no irás más. Y si no nos gusta el vestido, la casa o el coche que se ha comprado nuestro amigo no lo diremos jamás, al contrario, recitaremos elogios uno detrás del otro.
El objetivo de quedar bien condiciona nuestro carácter, nuestras relaciones sociales, laborales y familiares así como nuestras decisiones vitales, llegando en ocasiones al extremo de ser y hacer de modo diferente a lo que deseamos realmente. Y esperamos que los demás hagan lo mismo.
Un último apunte: quedar bien no es lo mismo que ser un quedabien. Estos últimos tienen la connotación de no ser sinceros. En cambio, quedar bien tiene que ver con la discreción, la prudencia y con la obsesión de los mallorquines de evitar el conflicto a toda costa.
7 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Tens tota la raó, amb aquest caracter nostro sempre mos han compixat, de portes a din sempre mos queixam , peró de portes a fora no mos reivindicam.
PruneitorAixí és, els peninsulars si ho fessin tant bé no haurien d'emigrar als països catalans. Per colmo, hem de sofrir catalanofòbia i colonialisme
PruneitorLo de "puto foraster" no ayuda...
A los mallorquines muchas veces nos hace falta un poco de sangre y defender mas lo nostro, y tapar un poco la boca de miles de peninsulares que han venido a vivir siempre con la crítica a nuestro carácter por delante. No seremos los mas graciosos, ni los mas abiertos, pero cuando vienen aquí ninguno quiere marcharse. Eso sí, seguir criticándonos eso si que si.
Ni ofendí a nadie, ni dije nada inapropiado... En cambio dejan expresarse libremente a quien nos llama acomplejados o personas insignificantes, a los "oriundos". Cierto es que está en su derecho y han de publicarlo, pero también tenía servidor ese derecho y ustedes me lo quitan. Periódico de tradición liberal, se dicen. Mas bien parece haya de moderador una madre superiora. O su IA hila muy fino.
MMMSHas llegit na George Sand? simplement se dedica a repetir clixés d'estereotips de l'època, no tenia ni idea de la societat mallorquina. Se va preocupar de fer una novela per vendre, no per dir veritats
Con lo expresado en su artículo ha dado en la diana. La diana de la verdad, de lo que está sucediendo en esta pequeña islita cuyos habitantes, los oriundos, viven permanentemente acomplejados por no se sabe muy bien qué, y siempre resueltos y dispuestos a extender la alfombra roja a cuanto depredador nos visite. George Sand retrató a los mallorquines con gran maestría y acierto: esos mallorquines son personas insignificantes. No hay más cera que la que arde. Y gracias por su clarividente artículo.