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El padecimiento psíquico, el dolor emocional o el alma rota son definiciones del sufrimiento de los enfermos mentales, una situación que aumenta a un ritmo vertiginoso en nuestra sociedad, hasta el punto de que casi la mitad de los ciudadanos de Baleares la sufre, muchos en silencio y con consecuencias trágicas. Detectar estos problemas es urgente y prevenir, una necesidad que los poderes públicos se tienen que poner como objetivo a la mayor brevedad posible. Sé que es difícil y que la solución no es de un día para otro, pero la salud mental ha de ser prioritaria, porque no puede esperar. Hay que llevar adelante los planes diseñados por los expertos, aunque los gobiernos cambien, y hay que luchar contra el estigma, contra la vergüenza de los que no se atreven a contar lo que les pasa y contra los que no entienden que estamos ante una enfermedad que afecta a personas de todas las edades. Son muchos a los que les duele el alma y no encuentran salida y sólo la Administración tiene la llave para abrir las puertas al tratamiento y a la esperanza.