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La gran tormenta del miércoles me pilló en la serra de Tramuntana. Mientras me resguardaba en el portal de casa, puesto que me hacía mucha ilusión ver llover con aquella fuerza después de tanta sequía, las sillas de la terraza pasaron volando ante mis ojos para ir a quedar sembradas debajo de un naranjo. Fantástico. Cuando por fin paró, nos dimos cuenta de lo mucho que había refrescado y de que el bochorno de la noche anterior nos había dejado. Me olvidé de que tenía la intención de ver alguna estrella fugaz, como siempre por estas fechas. Cada año lo espero y nunca lo he conseguido. Supongo que por falta de oscuridad. Lo que sí me vino a la memoria fueron las lluvias de otros años, cuando en casa éramos muchos y salíamos, después de la lluvia, a buscar caracoles. Nos poníamos las katiuskas o las alpargatas más viejas y comenzábamos nuestra expedición bien provistos de bolsas y cestas. Hala, allá íbamos todos dispuestos a volver con una buena cantidad de caracoles que, días después, mi tía limpiaría insistentemente hasta que considerara que ya eran aptos para ser comidos. La verdad es que a todos nos gustaban, pero para mí lo mejor era ir en su busca. Recorríamos todos los bancales y escrutábamos las acequias con gran interés. Mi madrina era la más graciosa. Te decía: «mira aquí, este es enorme» y no se daba cuenta de que había cogido una piedra que, por supuesto, también iba a la bolsa. El miércoles, después del aguacero, me di cuenta de que no había ni un solo caracol. Dónde están, me pregunté. En algún sitio andarán… Pues no. Han desaparecido todos. Ni siquiera nos quedan caracoles. Este mundo es otro mundo. Pero no nos hemos movido de aquí. Será que soy una nostálgica como la copa de un pino, pensé. Pero no. Lo que tengo se llama solastalgia, es decir, que siento angustia por la pérdida del hogar, estando en el mismo hogar. Por los cambios naturales que se han producido en nuestro paisaje de referencia. Ya nada es igual. Ni caracoles, tenemos. Y yo que había encontrado las katiuskas de mi padre… Mejor pongo las sillas en su sitio.