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En el mundo paralelo de los frikis de la Guerra Civil, en el cual vivo, hay un dogma que estimo totalmente cierto: el conflicto español ha generado buenos libros y la II Guerra Mundial excelentes películas. Este martes en la SER me preguntaron por este tema y contesté que las mejores son La Vaquilla y Tierra y Libertad. No obstante, remarqué que la gran película de la Guerra Civil todavía no se ha hecho. Mira que llevamos unas cuantas, pero ninguna puede compararse con Salvar al Soldado Ryan, La lista de Schindler, Enemigo a las Puertas o El Hundimiento. Y las dos últimas son europeas.

La periodista Esther Vicens me pidió citar cinco películas. La primera, siguiendo orden cronológico, fue una superproducción de Hollywood: Por quién doblan las campanas (1943). La protagonizan dos estrellas, Gary Cooper e Ingrid Bergman, y está basada en la novela homónima de Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura y corresponsal en España. Su libro fue lectura obligatoria en muchos institutos de EEUU, cuando aquí todavía hay alumnos que terminan la ESO sin haber leído nada sobre el tema. Incluso Metallica le dedicó una de sus mejores canciones: For Whom the Bell Tolls. Por eso, en todos sus conciertos ponen un video de la Guerra Civil. La película trata sobre el típico héroe americano que viene a luchar por la libertad. La cinta fue un éxito de taquilla y se llevó el Oscar a mejor actriz secundaria.

La segunda fue La Vaquilla, de Luis García Berlanga. En 1985 el cine español acometió la mayor inversión de su historia para reírnos de nosotros mismos. La verdad es que es una obra maestra de la comedia, por eso la cito siempre como la mejor. La interpretación de Alfredo Landa es antológica. Su personaje es un brigada republicano que se desespera por imponer la disciplina. La secuencia del intercambio de tabaco y papel con el enemigo ocurrió de verdad, como la confraternización entre soldados. Además, toda la trama lanza un poderoso y sano mensaje antibélico.

La película Tierra y Libertad (1995), del director socialista inglés Ken Loach, condicionó mi vida hasta el punto de escribir una tesis doctoral sobre su argumento: las luchas entre antifascistas. La primera vez que la vi en 1995 no la entendí. Después leí el libro en el que está basada, Homenaje a Cataluña, de George Orwell, y el tema me interesó tanto que pasé seis años investigándolo. En esta película se representó por primera vez la lucha entre comunistas y anarquistas en Barcelona en mayo de 1937.

Libertarias (1996), del ya fallecido Vicente Aranda, es de las pocas películas que cuentan la revolución social que estalló en la zona republicana el 19 de julio de 1936. Ana Belén, Victoria Abril y Loles León interpretan a milicianas y Miguel Bosé a un cura que existió de verdad: el secretario del líder anarquista Durruti.

Por último, Soldados de Salamina (2003), de David Trueba, está basada en la novela homónima de Javier Cercas, que vendió más de un millón de ejemplares. Este libro representó el inicio del movimiento de memoria histórica y siempre lo recomiendo a los que quieren comenzar a leer sobre la guerra. La mayoría de las películas que se han hecho después están condicionadas por un maniqueísmo ahistórico.