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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido muy claro con respecto a sus intenciones para lo que resta de legislatura. La ausencia de apoyos suficientes en el Congreso de los Diputados para sacar adelante sus iniciativas legislativas no justifica un adelanto electoral, toda una lección de práctica política en democracia. Que Sánchez se aferre al poder a cualquier precio pone de manifiesto la capacidad ilimitada que tiene de retorcer los mecanismos jurídicos e institucionales del Estado con tal de lograr sus objetivos, una actitud que sus acólitos aceptan con un entusiasmo vergonzoso. El Gobierno ya ha cosechado algunas derrotas importantes en el Congreso, hasta el punto de aceptar la imposibilidad de redactar unos nuevos presupuestos para el próximo ejercicio. Lo más grave, sin embargo, es el silencio de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, cuyo papel está cada vez más devaluado frente a Pedro Sánchez; la sumisión a los deseos de La Moncloa es un verdadero insulto a la democracia.

a medida que avanza la legislatura se atisban las razones por las que Armengol llegó a ocupar un cargo tan distinguido, la tercera autoridad del Estado. Sánchez no sólo premió a la socialista mallorquina tras su fracaso electoral en los comicios autonómicos del pasado año; con ella se garantizó un escenario obediente y complaciente en el Congreso. Es imposible encontrar –y miren que ocasiones no han faltado– ni un solo momento de crítica, objección o reproche al Gobierno, con especial atención al presidente; aunque éste considere que puede gobernar al margen de lo que opinen los representantes de los españoles. Pensaba que Francina Armengol disponía de mayores dosis de autonomía institucional, y en especial de criterio propio. Su silencio con respecto a esta situación es incómodo, dice mucho de cómo van las cosas en el país.

ya que estamos en la política estatal, les invito a que se interesen por la labor que realizan los diputados en el Congreso de la circunscripción de Balears, con independencia del partido al que pertenecen. Es complicado constatar de qué manera se han trasladado los problemas de los ciudadanos de las Islas a las más altas instancias del Estado por parte de nuestros ocho representantes: José Vicente Marí, Sandra Fernández y Joan Mesquida del PP; Pepe Mercadal y Milena Herrera del PSIB; Vicenç Vidal de Sumar; y Jorge Campos de Vox. Además de Armengol, claro. Son meros peones en Madrid.

Un balance incierto

todavía es pronto para dar por concluida la temporada turística, pero se percibe en el ambiente que no ha sido tan espléndida como se podía sospechar al comienzo y muy alejada de los análisis catastrofistas sostenidos en la saturación. Los empresarios de determinadas zonas no ocultan que las expectativas iniciales no se han cumplido, con independencia de las cifras de visitantes. El atasco de turistas no ha sido tal, más allá de situaciones puntuales en las que es imprescindible intervenir para evitar los colapsos. Reitero que todavía quedan semanas por delante, pero la tristeza económica en algunos de nuestros principales mercados emisores se ha notado en las reservas; en especial en la oferta complementaria. Puede que los números finales den más de una sorpresa.