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Hay tabarras grandes y pequeñas, largas y cortas, pero ahora sólo nos ocuparemos de las grandes tabarras mediáticas, que son las que se multiplican mediante largos rizomas laberínticos, esos tallos subterráneos que emiten raíces hacia bajo y nuevos brotes hacía arriba, de manera que pronto están en todas partes y en ninguna en concreto. Invadiendo de maleza toda la actualidad, incluida la actualidad imaginaria, digital y virtual, en la que ya no puede crecer ni una hierba. Aquí teníamos, y desde hace tiempo, tres grandes tabarras profusas y prolongadas, de las duras de pelar, que igual colonizaban la información que las opiniones. Catalunya y la inmigración ilegal, además claro está del coste de la vida. Qué tabarras, señores, qué tabarras. Y por si fuera poco, a eso se ha añadido recientemente una cuarta, Venezuela. Venezuela, quién lo iba a imaginar. Qué pinta aquí Venezuela, por favor, con la cantidad de lugares conflictivos y poco o nada democráticos que hay en el mundo. Pues ahí la tienen, convertida ya en una tabarra con todas las de ley, emitiendo rizomas y echando raíces hasta en el lenguaje. Porque esa es la misión de la tabarra, invadirlo todo por todos los medios de comunicación, de forma que ya no se hable de otra cosa. Pero esta de Venezuela, por imprevista y muy traída por los pelos, nos permite reflexionar sobre la naturaleza de las grandes tabarras públicas que sacuden periódicamente los medios, y quién sabe si sobre su origen. Todo el mundo conoce este fenómeno, hasta los politólogos, y sabe perfectamente qué es una tabarra por haber sufrido muchas, así como el tipo de tabarras nacionales más frecuentes y reiteradas, como los vientos alisios, en cada lugar. La tabarra catalana es un clásico en España (y en Catalunya), al que recurre constantemente la derecha española casi por inercia; la de la inmigración ilegal, también un invento de la ultraderecha, ha adquirido en cambio un tamaño universal, y aunque parezca increíble, es casi el único argumento electoral de esta gente. Puesto que la tabarra de Venezuela se la sacó de la manga el PP, y con lo de Israel por ejemplo no hay tabarra, acaso puede inferirse que las grandes tabarras las suele generar la derecha. Y las pequeñas, aunque a millares, la izquierda. Bueno, es una primera hipótesis.