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Vuelve el PSOE por sus fueros. Sigue siendo fiel a la memoria histórica, con la que pretendió dividir a la sociedad entre buenos y malos. El Plan de acción democrática, inspirado en la Ley de Defensa de la República, a su vez guiada por el rencor, nos hace retroceder en cuanto a las libertades porque su objetivo era, y lo es también ahora, amputarlas. Para más inri, Sánchez se ha amparado en el Reglamento Europeo (EMFA), que surgió para proteger a los periodistas, a sus fuentes de información y a las democracias occidentales del populismo y de las injerencias putinescas. Y eso, compatible con la persecución de los posibles delitos que se pudieran cometer, siempre sustanciados por los tribunales de justicia. También el EMFA pretende garantizar el pluralismo mediático, con medios privados independientes y otras medidas que aspiran a garantizar ese pluralismo y la independencia de los medios, todo lo contrario de lo que Sánchez busca: controlarlos.

Sánchez lleva manoseando el Código Penal, adaptándolo a sus intereses partidistas, desde el principio de la legislatura. Lo hizo, y de forma irresponsable, cuando le interesó para favorecer a sus socios separatistas catalanes, y lo vuelve a hacer ahora para determinar qué instituciones y sentimientos pueden ser injuriados y cuáles no. En un lado, la religión y el Rey; en otro, cualquier manifestación que pueda considerarse de ideología de género o racista, siempre susceptible de tipificarla como delito de odio.

Este Plan nace con la impostada pretensión de regenerar la democracia y lo lidera el mayor responsable de su degradación, el asaltante de las instituciones y organismos independientes, el que ha hecho de la opacidad costumbre, el que levantó el muro del odio; el que ha convertido el TC y la Fiscalía General del Estado en dos ministerios; al Banco de España, en su asesor en lugar de su fiscalizador; al CIS, en el hechicero, el zahorí del Gran Timonel, símbolo del gobernar sanchista; RTVE, en máquina de fango mediático… El que ha desarrollado su programa al son de las chantajistas sardanas y bilbainadas de los indepes, arrastrando a un PSOE fascinado y ovejuno al delirio paranoide del puto amo, que choca frontalmente con la Constitución.