La televisión pública, que nos cuesta la friolera de 1.500 millones de euros cada año, no ha de ser divertida, aspirar a audiencias millonarias ni competir con la bazofia de los canales privados. Es un servicio público y debe limitarse a informar y difundir asuntos de interés nacional, con rigor y seriedad. Si su audiencia se va al garete, pues no pasa nada. Habría que recortar los sueldos estratosféricos a las estrellitas de la pantalla y dejar en plantilla a los profesionales solventes, técnicos y periodistas. Pero, ay, el inmenso poder que tiene la televisión seducen a las alturas políticas y desde allí se dan órdenes de manipular a la opinión pública, intentar camelarla con programas de moda y arrastrar a la audiencia en ridículas competiciones por ver qué presentador es más estrella que el otro.
Milicianos
29/09/24 0:30
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3 comentarios
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De acuerdo con el fondo de lso comentarios. Ahora bien, relacionar el tratamiento informativo de la masacre en Palestina con el gobierno actual me parece una soberana idiotez.
Bueno, son dignos sucesores, todavía me acuerdo del "accidente de la T4", que decía Zapatero sobre un ATENTADO cuando negociaba con los Terroristas de ETA, y plantaron una bomba en Barajas.
Bravo!! por su valentia y claridad. Como vulgarmente se dice: al pan pan y al vino vino.