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Desde la perspectiva de algunos de los socios de la investidura de Pedro Sánchez –caso de Podemos, ERC, Sumar, Bildu– está justificado el desplante de la presidenta electa de Méjico al Rey de España no invitándole a su toma de posesión. Comparten las falsedades de la Leyenda Negra inventadas y sembradas hace cinco siglos por Inglaterra, Holanda y Francia.

Un último y, por lo demás penoso, episodio tiene como protagonista a la diputada Ione Belarra que se ha lucido despotricando contra el rey Felipe VI justificando la insólita decisión Claudia Sehinbaum. La futura presidenta hace suya la demagógica campaña seguida en los últimos años por el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador empecinado en reclamar que el Rey de España pida perdón a los pueblos indígenas por lo acaecido durante la llegada de Hernán Cortés hace quinientos años cuando.

El Méjico de hoy es un país en el que, durante los años del mandato de López Obrador, la violencia se ha cobrado cerca de doscientas mil víctimas, hay cien mil desaparecidos, los sicarios de los cárteles de narcotraficantes campan a su aire, muchos policías y funcionarios son corruptos y el país va camino de ser un Estado fallido.

Que un populista como AMLO se guarezca tras la demagogia se explica en el fracaso de su mandato, pero que aquí, en la España democrática del siglo XXI, se escuchen voces que comparten ese discurso (Belarra, Pisarelo, Rufián) es una prueba de la insoportable levedad de algunos de nuestros políticos. ¡Pobre Méjico, tan lejos del progreso y tan cerca de la demagogia del populismo!