Lo del momento culmen de la vida de un personaje se ha hecho un tópico. Recuerden que el coronel Aureliano Buendía, muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento se acordara de aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. En base a lo ocurrido esta semana se puede lanzar la pregunta si el presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, frente al juez de instrucción se acordaba de aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer Sa Nostra. La cuestión viene por la semana judicial que se ha pasado la segunda autoridad autonómica. El jueves se fue a Madrid a declarar como testigo a la Audiencia Nacional en el juicio contra la antigua cúpula de Sa Nostra. No era un testigo importante a priori y menos aún por lo que contó. Su aparición decía más de Le Senne que del caso: resulta que durante una temporada ejerció de asesor jurídico de la caja, ya en la agonía de la institución bancaria.
En memoria
30/09/24 0:30
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1 comentario
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El problema és que degrada les institucions. Després de gent així, la població pot deixar de creure en la democràcia, és perillós