Del fr. bonhomie.
1. f. Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento.
La ciudad rebosante de personas, parejas o familias paseando por sus calles, despreocupadas del peligro que suponen los vehículos; disfrutando de propuestas artísticas o simplemente del agradable ambiente que respira nuestro centro histórico; entrando en galerías, estudios de artistas o comercios abiertos a deshoras, ya sea con el fin de apoyar la iniciativa o para aprovechar la venta fortuita.
Si como a mí, le gusta el arte, asentirá que la Nit de l’Art es el peor día en el que ver obra, aunque Palma se inunde de sugerencias, algunas más meritorias y otras por debajo de la línea admisible, pero es una de las mejores jornadas para transitar a pie.
Si está buscando una mejor ocasión, menos agobiante, para entrar en las exposiciones o en los museos, permítame compartir unas curiosidades que conozco. Además de las efemérides que todos celebran con puertas abiertas, en el caso de Es Baluard, si llegas en bicicleta hasta la puerta, donde encontrarás un aparca bici, la entrada solo vale 2 euros y los viernes propone ‘tu decides’, una taquilla voluntaria desde 0,10 euros. La Fundació Miró Mallorca ofrece un acceso reducido de 4 euros si eres residente (creo que una sentencia prohíbe este tipo de discriminación con los precios, mas no seré yo quien lo denuncie) y los sábados, desde las 15.00 horas y el primer domingo de cada mes, la entrada es gratis. En el caso de la Fundación March hay que destacar que la entrada es sin cargo para todos los visitantes durante todos los días. Lo mismo ocurre en el caso del Museo Krekovic, gratuito para cualquiera que desee disfrutar de su exposición, que desde estas líneas recomiendo con especial cariño. En el caso del museo de la Catedral de Mallorca, retirando la entrada en ventanilla (previa confirmación de que se es residente) podrá deleitarse con una visita libre (sin guía) totalmente gratuita y el Museu Diocesà de arte sacro, cobra dos euros a los residentes.
Podemos deleitarnos con arte de primera en nuestra localidad, sin la necesidad de repartir codazos o respirar el sudor del vecino, eso sí, olvídese de la copa de vino, que ya sabrá que de lo que no cuesta, llena la cesta.
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