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La pregunta es pertinente si se atiende a la dinámica en la que se han enfrascado los dos principales partidos del Estado, el PSOE y el PP, uno liderando el Gobierno y el otro encabezando la oposición. En el olvido ha quedado ya el compromiso de rebajar la tensión y suavizar la confrontación entre ambas formaciones. Al contrario, la escalada no cesa y aumenta cada día hasta alcanzar unos niveles insoportables. Cualquier tema es susceptible de ser llevado al clinch más salvaje, el objetivo es generar un ambiente irrespirable para que la sociedad -los ciudadanos- se vean en la obligación de decantarse en favor de unos u otros. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han dinamitado el diálogo, la polarización -la intransigencia- se ha convertido en un éxito, aunque ello suponga alejarse de la realidad. Lo más triste es que nada hace suponer que esta estrategia vaya a parar en toda la legislatura. Que además será larga.

Para tapar la boca al PP en todo lo referente a los escándalos de corrupción que están cercando al Gobierno, los socialistas repiten como papagayos los casos que han protagonizado los conservadores; y la lista no es corta. Lo malo que es que los de Feijóo son de memoria corta. El estreno de la financiación irregular de un partido político fue del PSOE, con el ‘caso Flick’, al que podrían añadir a los de Filesa, Malesa y Time Export. Por no hablar del ‘caso Roldán’, los altos cargos condenados y encarcelados por la guerra sucia contra el terrorismo y la trama andaluza. Lecciones las justas. Pero claro, la memoria es muy selectiva. Limpiar el chapapote del fiscal general del Estado, de Begoña Gómez -esposa del presidente Sánchez-, del exministro José Luis Ábalos y su fiel escudero y del ‘caso Delcy’ -por citar los más recientes-, no es una tarea sencilla. En el ‘y tú más’ todos pierden.

La precipitación del PP en sus ataques al Gobierno fallan de manera estrepitosa, más cuando los encargados de lanzar los misiles son personajes como Cuca Gamarra o Miguel Tellado. La torpeza de ambos es proverbial. Incluso la de su jefe, incapaz de renunciar a su galleguismo a la hora de definir qué piensa o qué alternativa plantea a las propuestas gubernamentales. La idea es fuego a discreción, ¿hasta acabar la munición? A la frustración por no haber alcanzado el poder es imposible ponerle remedio de esta manera.

La segunda oportunidad

Ha sido el propio presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, el que desoyendo advertencias previas, ha vuelto a caer en la provocadora trampa de las socialistas Mercedes Garrido y Pilar Costa, que lograron que las expulsara del pleno por exhibir unas camisetas en recuerdo de las Rojes del Molinar asesinadas por los franquistas. Es probable que para muchos lo acontecido no pase de una mera anécdota, un hecho irrelevante en comparación con los problemas que acucian a los ciudadanos. Sin embargo, el PP tiene una nueva oportunidad de marcar distancias con Vox y del demencial comportamiento de la segunda autoridad de Balears.