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La izquierda está en shock, excepto Podemos que se relame de gusto. El relato de la actriz Elisa Mouliaá ante la Policía Nacional contra el ya exportavoz parlamentario de Sumar, Íñigo Errejón, es de los que pone los pelos de punta, pero las acusaciones hay que probarlas. Suerte que no soy juez, para verme en la obligación de desentrañar si lo denunciado es verdad o no, si hubo consentimiento o no lo hubo, pero la catarata de mujeres que, ahora sí, se atreven a llamarle «machista irredento», como ha hecho la podemita Beatriz Gimeno, por citar sólo un ejemplo, resulta apabullante. Resultará que todo el mundo lo sabía y nadie dijo nada.

Con esa cara de no haber roto nunca un plato, Íñigo se ha transformado de la noche a la mañana en un depredador sexual que ríete tú de Luis Rubiales, a quien Christian Grey, perdón, quiero decir Íñigo Errejón, criticó duramente por mucho menos de lo que se le acusa ahora a él y que podría acabar en condena penal. A Sumar no les ha quedado más remedio que mostrarle la puerta de salida antes de que hunda el barco, con todo el Grupo Parlamentario Plurinacional a bordo. Pero no será fácil reponerse de algo así. Podemos está al borde de la extinción básicamente por aquella ley infecta que permitió la excarcelación y redujo la condena a miles de condenados por agresión sexual. Sumar seguirá pronto el mismo destino gracias a las cincuenta sombras de Errejón.

En diciembre de 2015, Podemos congregó a 5.000 simpatizantes en un mitin celebrado en el velódromo Palma Arena, al que asistieron Pablo Iglesias, Irene Montero, Juan Pedro Yllanes, Mae de la Concha, Alberto Jarabo y el pobre Íñigo. Casi nueve años después, de todos ellos sólo la exministra de Igualdad sobrevive en política, ocupando un escaño de eurodiputada en Bruselas. Muchas cosas han sucedido en Podemos desde entonces, incluyendo una escisión con enfrentamiento fratricida, que la izquierda tira al monte. Su indisimulada satisfacción al ver la caída en desgracia de Íñigo, hace sospechar si no está siendo objeto de un ajuste de cuentas cruel y macabro. Mientras tanto, recordemos que es inocente mientras un tribunal no sentencie lo contrario. Lo que hay que esclarecer pronto es si los jefes de Sumar y en concreto Yolanda Díaz estaban al corriente de las acusaciones contra Íñigo cuando lo nombraron portavoz en el Congreso. Mucho me temo que sí, pero no creyeron a sus hermanas.