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Cada vez que la Albufera sufre damos un paso atrás en esa concepción de sostenibilidad y protección del medio ambiente que tantos predican y tan poco se respeta. En el egoísmo imperante sólo nos preocupa la tragedia más próxima y nuestra impresionante Albufera no deja de ser una gran desconocida que, además, sufre la vecindad del peor monstruo: la central de carbón Es Murterar. De hecho, la dignificación del paraje pasa por desmantelarla porque sus emisiones son extremadamente dañinas para el aire, el agua y la tierra. De ello ya hablaremos en otra ocasión y soy consciente de que nadie quiere bajar su consumo y confort energético y ello siempre justificará la actividad de una multinacional que maltrata el medioambiente y a sus clientes. Es el maltrato del medioambiente el que ahora nos preocupa y especialmente la dejadez de nuestros poderes públicos ante un patrimonio medioambiental, territorial e incluso turístico de primer orden. Queda muy claro que no hay ningún tipo de estrategia para una verdadera conservación y explotación de la Albufera. Con independencia de las denominaciones oficiales y de las etiquetas que podamos darle es una tierra de nadie que ha sufrido recientemente el abandono y la incompetencia que ha heredado el actual gobierno. La cuestión de la caza y las quemas debería ser resuelta. Todos los usos de un enclave tan fundamental deberían estar debidamente establecidos y supervisados. Claro está, como siempre, que faltan medios personales y materiales para desarrollar una nueva política que impulse las nuevas funciones y rol de la Albufera. Lo que ha pasado es totalmente inaceptable y es vergonzoso que un drama ambiental de tanto calado pueda ser olvidado con tanta celeridad (lo mismo ocurrió con el recordado incendio de Andratx que arrasó una parte importante de la valiosa GR-221). No pensemos que únicamente se ha quemado cañizo, esa es la anécdota. Hemos tolerado que se arrasara una parte importante del patrimonio mejor preservado de estas islas. Hemos perdido un trozo más de historia y entorno y ello siempre es muy grave. Debemos superar lo puntual, debemos marcar metas y fijar objetivos. Hay noticias que son imprescindibles para agitar conciencias; titulares que pueden ser dolorosos o que pueden ser memorables como el día que cerraremos Es Murterar y que unas instituciones y políticos valientes situarían, ya, en 2025. Al final lo que nos hará mejores y más inteligentes es poder actuar ante circunstancias como la vivida. Mantener el paraíso requiere menos proclamas y más acción. De hecho, llevamos años de propaganda y ello generó cierto hastío en la ciudadanía. Es hora de ser valientes y de adoptar medidas que nunca se han planteado. Una nueva Albufera será un lugar de peregrinación y de orgullo. Un lugar para todos los ciudadanos y visitantes. Los tres municipios por las que discurren sus tierras deben ser las primeras voces de alerta y la guinda la pone el Parlament con medidas que definitivamente marquen un nuevo rumbo. Así sea.