Desde el principio el partido socialista intentó echar a la hoguera a Mazón, enemigo político elegido para que los muertos en la catástrofe de la Dana cayeran sobre él y, por tanto, sobre la conciencia del PP. Como ocurrió con la guerra de Iraq, con el Prestige, con el 11-M y con los muertos del Covid en las residencias de ancianos de Madrid. Pero lo va a tener más difícil colar el relato bien cocinado en la Moncloa y divulgado por la División Sincronizada de bulos y fango.
El artículo 28, la Ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema Nacional de Protección Civil determina cuales son las emergencias de interés nacional: las que requieran la aplicación de la ley reguladora de los estados de alarma, excepción y sitio; las que sea necesario coordinar por que afecten a varias CCAA y exijan una aportación de recursos a nivel supraautonómico; y las que por sus dimensiones efectivas o previsibles requieran una dirección de carácter nacional. La declaración de emergencia de interés nacional corresponde al ministro del Interior, por propia iniciativa o a instancia de las CCAA.
La catástrofe de la Dana reúne todas las condiciones que establece la norma, no creo que quepa duda de que la gestión de la mayor calamidad del siglo la debían asumir las autoridades del Estado. Por si hubiera duda, la distribución competencial en materia de protección civil ha sido tratada por el TC, y de su jurisprudencia se desprende que la protección civil es materia esencialmente incardinada en el artículo 149.1.29 CE, que recoge la competencia exclusiva estatal sobre seguridad pública.
Para ello, cuenta el Gobierno con el Marco eficaz de gestión del riesgo de catástrofes en España, que determina la estrategia a seguir ante episodios como la DANA, dependiente del Consejo de Seguridad Nacional. Es éste el órgano del Gobierno que coordina las grandes amenazas al país. Dispone también del Consejo de Protección Civil, encargado de coordinar una respuesta eficaz con las administraciones de las CCAA y Ayuntamientos.
Cuenta, además, con el sistema de la Red Nacional de Información sobre protección Civil para poder actuar con anticipación y dar una respuesta eficaz. También gestiona dicho ministerio la Red de Alerta Nacional de Protección Civil, como sistema de avisos de emergencias, y con el Centro Nacional de Seguimiento y coordinación de Emergencias, que, entre otras funciones, actúa como Centro de Coordinación Operativa.
Mazón cometió errores, el más importante, no pedir que al Gobierno de la nación se hiciera cargo de la dirección y gestión de la catástrofe. A quien correspondía haber dado la alarma, tenía más información que Mazón, y haber tomado la dirección, se lo pidieran o no, era al Gobierno. Pero ¿Dónde ha estado el Ejecutivo durante los tres primeros días? Debería haber tomado medidas en cuanto se refiere a los cortes de carreteras y vías férreas, dar normas de comportamiento a los ciudadanos de las zonas afectadas, para evitar desplazamientos, movilizar empresas privadas, tenerlos informados, suspender la jornada laboral, evacuar algunos pueblos, enviar unidades militares y policiales de otros lugares de España, pedir colaboración inmediata a la UE… Pero no, el presidente estaba en India luciendo a Begoña y hurtando un viaje que corresponde hacer al Rey; la izquierda estaba a lo suyo, asaltando la RTVE. A una de Sumar se le escapó esa frase que debe quedar para los anales de la insolidaridad y la estupidez: los políticos no estamos para achicar agua, Sánchez estuvo cumbre tres días después de iniciada la tragedia con aquello de si necesita más recursos que los pida.
Otros estaban borrando correos con Aldama, fotos con Koldo, whatsapps con sus subordinados fiscales o el video que se hicieron con Ábalos un día de juerga. Pero lo más estrambótico fue que el ministro del Interior, el que a esa hora debería estar dirigiendo el cotarro, se lanzara al cuello de Mazón echándole los muertos encima por no hacer lo que debería haber hecho él.
La realidad es que tanto en la gestión del Covid como en la de la Dana, el Estado de las Autonomías ha fracasado rotundamente.