Noviembre o la imposible reconciliación
17/11/24 4:00
No me gusta noviembre. No debería ser así porque en este mes nacieron mi hija y mi nieto mayor. También un 14-N me casé por segunda vez con mi santa. Fue en Efrad, donde el rey David pastoreaba sus rebaños, a siete kilómetros de Jerusalén. Debería encantarme este mes y sin embargo, desde siempre, viene causándome desazón y angustia, amén de –solo a veces– un pastoso hastío. Aborrezco sus tardes cortas, que precipitan la dulce hora de la siesta hacia las profundidades de las tinieblas. Esas horas vespertinas oscuras, mojadas, la triste soledad de los pueblos, esos atardeceres cansinos que incitan a la melancolía. Y si, encima, tienes cita con el médico o el dentista ya ni les cuento.
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