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'Cairo’ fue un pastor belga Malinois que ha pasado a la historia por una gesta: fue el perro que ayudó a eliminar a Bin Laden. Fue entrenado en la marina por los Navy Seal, la unidad de élite de los comandos norteamericanos, y sus instructores detectaron desde el primer momento que era un can prodigioso. Una especie de Clint Eastwood en versión canina. Era duro, peleón y no le atemorizaba saltar en paracaídas. Un soldado llamado Will Chesney fue designado como su binomio y el marine, al principio, no dio saltos de alegría. ‘Cairo’ no era cariñoso ni iba tras la pelota cuando se la tiraban. No hay constancia de que fumara, bebiera whisky o fuera con señoras, pero tampoco lo descartamos. A las puertas de su jubilación, fue elegido para formar parte del equipo que asaltó el búnker de Bin Laden en Abbottabad, el 2 de mayo de 2011. ‘Cairo’, como siempre, no cometió un solo fallo. Ataviado con un chaleco táctico, gafas especiales y visor nocturno, abrió paso a sus compañeros, olfateando el peligro en cada rincón. Como el resto del equipo, había saltado de un helicóptero cuando dio comienzo la ‘operación Gerónimo’ y 36 horas después, con la misión cumplida, ya estaba de vuelta en EEUU, donde fue condecorado. Ya tenía seis años y fue retirado con honores militares. Chesney, su hermano de armas, decidió adoptarlo. Los trámites le llevaron un año y cuando lo consiguió su mascota murió, un 2 de abril de 2015. El soldado, desolado, se vino abajo. Imaginamos que ‘Cairo’, el perro más duro del mundo, si hubiera podido hablar, le habría espetado: «No llores, nenaza».