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Ya no es solo que este sea un tiempo de bulos y noticias falsas, que lo es; ya no solo que haya medios que más que informar, actúen siempre de parte para hacerse eco de una posición en concreto y cuestionar la otra. Existen esos medios pero ni siquiera eso es una novedad, ya hubo medios así en el pasado aunque entonces había que hacer el esfuerzo de comprarlos. Lo que ocurre ahora es que todo fluye y no hay solo una actualidad. Es como si cada cuál llevara la suya. O como si todo lo que pasa ocurriera en dos mundos paralelos. Cada uno, de un color. Es lo que le pasaba a Alicia cuando cruzaba al otro lado del espejo. Hay una supuesta actualidad, que es esa que se comenta tanto en las redes sociales. Luego existen otras realidades. Hay gente que todavía no se habrá enterado de que existe algo que se llama Blueski, que es una red social a la que está emigrando gente que antes estaba en otra red social que se llama (bueno, se llamaba) Twitter y que ahora es X. Tanto una como la otra te obligan a estar pendiente de alguna de esas actualidades. O la fabrican. Hay quienes anuncian que se pasan de una red a otra. Y hasta ese gesto, ese éxodo, con algo revolucionario. Si ya te hacía perder mucho tiempo estar pendiente de una red, lo de estar pendiente de dos (cada una con su actualidad) puede convertirse en una auténtica locura. Y eso sin contar con otras tantas ventanas abiertas que existen por ahí para, supuestamente, enterarse de lo que pasa. Cada vez es más difícil enterarse de lo que pasa porque todo parece pasar dos veces. Cada cuál lleva su propia actualidad a cuestas. Todo se vive como (dicen) se viven los partidos de fútbol en los que siempre se va a ver ganar a un equipo. No es que este sea un mundo de bulos. Todo es doble y lo que se ve como bulo en una actualidad, es la verdad en la otra. Son tiempos por bulerías.