Hoy me encuentro a mí mismo, ante la incapacidad de un hombre para expresar en palabras sus sentimientos más profundos. La pérdida de Don Gabriel Escarrer, cuyos recuerdos son inolvidables para mí. Sólo tengo palabras de agradecimiento y no puedo olvidar su ayuda durante mi trayectoria profesional. Nos ha dejado Don Gabriel, gran profesional y persona.
No quiero añadir más porque no quiero alcanzar la máxima de que los difuntos siempre son ensalzados. Yo creo sinceramente que solo hay un momento en esta vida en el que uno suele tener más amigos que nunca, y no es otro que cuando se está muerto, porque en ese momento, todo el
mundo puede permitirse compensar, con dulces mentiras, toda la iniquidad que hemos reservado a los vivos. Me van a permitir que le dedique pues estas letras, parafraseando a Cristina Rossetti.
«¿Va cuesta arriba todo este camino?
Hasta el mismo final.
¿Llevará la jornada el día entero?
Desde el alba a la noche, amigo mío.
¿Y ofrecerá en la noche un lugar de descanso?
Encontrarás un techo para las lentas, las oscuras horas.
¿Y si no puedo verlo entre tantas tinieblas?
Esa es posada que nadie pierde.
¿Hallaré otros viajeros cuando llegue la noche?
Aquellos que te fueron por delante.
¿Golpearé la aldaba, daré voces al verla?
No se trata de puerta que haga esperar a nadie.
Dolorido y cansado, ¿encontraré cobijo?
Allí estará el final de todos tus trabajos.
Todos los que buscamos, ¿tendremos allí lecho?
Sí; todos los que lleguen encontrarán su cama».
Hasta siempre Gabriel
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