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El Parlament aprobó el martes la ley de simplificación administrativa con los votos de PP y Vox. Esta ley ómnibus es ya la ley obús por mor del error del PP al votar favorablemente las enmiendas de Vox, cuando quería rechazarlas. La portavoz adjunta del Grupo Popular, Marga Durán, inmediatamente se dio cuenta de la equivocación y solicitó repetir la votación, pero Vox se negó. Les faltó tiempo para festejar el desliz y celebrar el «día histórico» que supone, a su juicio, «poner fin a años de discriminación lingüística y abre una nueva etapa en la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos de las Islas Baleares». Así se congratularon de haber «eliminado el catalán como requisito obligatorio para acceder a la función pública», haber logrado «un hito al establecer el español como lengua vehicular junto al catalán en el sistema educativo» y eliminar «el adoctrinamiento ideológico en las aulas». «Esto no es el fin, es sólo el principio de una transformación histórica para Baleares», concluía Vox en un delirante comunicado.

A esto se le llama tomar el pelo a la ciudadanía y timar a sus votantes de la forma más burda y descarada que se haya visto en los últimos años en la cámara autonómica que ellos se proponen eliminar si algún día se les presenta la ocasión. Sus 34 enmiendas aprobadas erróneamente, no cuentan con apoyo político ni social. Son muy legítimas, como toda iniciativa política que no vulnere la Constitución o los Derechos Humanos, pero, hoy por hoy, son minoritarias en nuestra tierra. Ellos lo saben perfectamente, por lo que impedir subsanar un error para anotarse un tanto político es engañarse a sí mismos y engañar a su electorado. No hay transformación, ni hito, ni día histórico de ningún tipo. Hay un error en la votación de unas enmiendas, que el Govern del PP se apresura a corregir con un decreto ley, tan pronto se publique la Ley en el BOIB. Tampoco hay ninguna «catástrofe legislativa», ni nos acecha el apocalipsis, como histriónicamente denuncia la oposición de izquierdas con notable sobreactuación. Nada de eso.

Vox se comporta como el gamberro de la clase, con la consiguiente pérdida de credibilidad, algo de lo que no van sobrados, al menos en lo que llevamos de legislatura. No han inventado la pólvora que no explota, ni la van a inventar. Sólo aspiran a aprovechar el fallo del contrario para lograr un titular engañoso. Otro bulo.