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El espectáculo de la política española está alcanzando niveles pornográficos, sus protagonistas confirman su desdén por los problemas de los ciudadanos y arrastran las instituciones con el único objetivo de obtener un beneficio propio. Las sesiones en el Congreso y el Senado se han convertido en un verdadero pim, pam, pum soez y barriobajero; incluso cuando los temas que se abordan son de la máxima trascendencia. Lo más curioso es que cuando en futuros comicios los resultados confirmen el auge de las fuerzas más extremas, a una y otra banda del espectro político, los dirigentes de los supuestos grandes partidos de estado se lamentarán como plañideras de las consecuencias. Al tiempo.

Un ejemplo, y entiendo que no menor, es que transcurrido un mes de la devastadora DANA en Valencia, con centenares de víctimas mortales e incalculables daños materiales, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, siguen sin mantener un encuentro personal ni telefónico; aunque sólo fuese para transmitir una imagen de mínima unidad frente al desastre. Ambos intuyen que este trágico episodio es una oportunidad más para desgastar al adversario. A cualquier precio. Esto es lo que hay. Son unos irresponsables.

La cascada de turbios asuntos que orbitan en torno a Pedro Sánchez es una oportunitad demasiado golosa para que el PP la desaproveche, aunque el coste social que ello implica sea enorme. Víctor de Aldama enseña la patita, amaga con pruebas que pueden dar todavía más expansión política al ‘caso Koldo’. Otro tanto podría decirse de la filtración de correos electrónicos de la pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Poco a poco, la galaxia judicial del PSOE se espesa, el magma avanza hacia el palacio de La Moncloa y los diques de contención no logran pararlo. De momento.

En las actuales circunstancias sólo una resolución judicial grave puede descabalgar a Pedro Sánchez del poder, es la única carta que tiene el PP para forzar una moción de censura. Todo lo demás son brindis al sol. El tiempo juega en contra de la cúpula actual de los conservadores, cuya debilidad es ya más que manifiesta. Sería el búmeran de la moción que se interpuso contra Mariano Rajoy. La misma medicina. Esa breva no está madura.

El postcongreso

El congreso socialista que concluyó ayer en Sevilla se ha resuelto de la manera prevista. Pedro Sánchez se ha vuelto a erigir en el mahatma indiscutible del PSOE, la contestación interna ha sido laminada y logra imponer sus tesis en todos los ámbitos. El poder territorial ha desaparecido, Ferraz se ha adueñado del partido sin ningún tipo de ambajes. Es en este contexto en el que es preciso analizar las consecuencias de este escenario en Balears, donde sigue en el aire el futuro de Francina Armengol. La actual presidenta del Congreso ha quedado más ligada que nunca a los designios de Sánchez y la instala en una posición de permanente disposición de servicio en el futuro. ¿En Madrid o en Palma? Este es el dilema que puede acabar teniendo que pagar un alto precio el PSIB si no lo resuelve pronto.