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Hay que usar 43 músculos faciales para sonreír y luego dicen que una sonrisa no cuesta nada. La sonrisa expresa placer, entretenimiento y también vergüenza, ansiedad, sarcasmo. Los animales no sonríen, a excepción de la Mona Lisa, que sale en el cuadro de Leonardo da Vinci y tiene el récord de la sonrisa más enigmática que se ha plasmado hasta el momento. La sonrisa auténtica es la que nos sale del alma. Pero también existe la sonrisa fingida, para mostrar cordialidad, que bien puede ser hipócrita. Otro tipo de sonrisa sirve para ocultar miedo, enfado o tristeza, y para mostrar cortesía o interés. Es una sonrisa camaleónica para enmascarar nuestros sentimientos. Nuestra expresión puede llamar a engaño, uno puede tener cara de burla, como le ocurría al soldado Desmond Doss, un objetor de conciencia que se negaba a blandir armas y por culpa de su expresión de guasa era ridiculizado por oficiales y compañeros, una historia real sobre la que Mel Gibson dirigió la película Hasta el último hombre.

Pero lo que a mí me ha llevado a reflexionar sobre la sonrisa es el teléfono. Hoy en día se pueden hacer videollamadas, pero aún telefoneamos sin que nos vean. Algunas llamadas pueden ser tan inoportunas que mientras hablamos hacemos gestos de disgusto del tipo «menudo rollo» o «este tío está pirado» o «no sabe de la misa la mitad». Hay algo que hacemos inconscientemente: sonreír. Sonreímos por teléfono, aunque no nos vean, aunque la llamada nos haya pillado desnudos o con una tachuela clavada en el pie. ¿Por qué? Dicen que es para facilitar la comunicación porque al sonreír nuestra voz suena más amable y la otra persona puede captar nuestra buena disposición, nuestro talante positivo como si nos viera. Dicen que sonreír puede mejorar nuestro estado de ánimo y alegrarnos un poco el día. Es como lo de Gila, que sonreía llamando a la guerra, y además sin que hubiera nadie al otro lado del «aparato» y en plena época de recesión económica, precisamente porque lo malo con sentido del humor es más llevadero. Faltaría la sonrisa del ahorcado, la que dice abur mundo cruel.