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Ahora que los dos conflictos bélicos más cercanos se han convertido en un totum revolutum donde convergen rusos, ucranianos, sus aliados occidentales, además de Corea del Norte y hasta yemeníes en la guerra entre Vladímir Putin y Volodímir Zelenski y palestinos, israelíes, turcos, kurdos, iraníes, iraquíes, sirios, rusos y quién sabe qué más en el lío de Oriente Próximo, quizá es hora de plantearse seriamente a qué estamos jugando. Más allá de que mueran o queden mutiladas miles de personas a diario –cosa que parece no importarle a nadie–, de las incalculables pérdidas económicas y de la quiebra de la salud mental de toda una generación, existe el riesgo nuclear y, ya que da la sensación de que estamos en manos de auténticos locos, ese peligro debería ponernos en guardia. Pero no, nada más lejos. Al contrario, unos y otros jalean para que los enfrentamientos vayan a más. Lo curioso es que los misiles de fabricación norcoreana que Rusia ha lanzado últimamente contra Ucrania han sido analizados al milímetro por los aliados occidentales de Zelenski para desgranar la tecnología que posee el enemigo. Y ¡oh, sorpresa! aparte de alguna carcasa o integrantes sin importancia que han podido ser construidos en el país de Kim Jong Un, el resto, lo importante, tiene patente norteamericana. Sí, ni siquiera china. Así que ya sabemos quién está detrás de todos los líos del mundo y por qué. Poderoso caballero es don dinero. De cara a la galería dirán esto y lo otro, defenderán la democracia y los valores que la sustentan y blablablá, pero a la postre toda esa matanza, sean soldados, señoras, niños, incluso mascotas y tesoros patrimoniales, solo tiene un responsable: la codicia de los locos que nos gobiernan.