Del part. de derrengar.
1. adj. Muy cansado.
Los Días Internacionales de la Eliminación de la Violencia (Machista) contra la Mujer no evitan asesinatos, ni resucitan muertas; como tampoco los desgarradores minutos de silencio. Las leyes existentes, las hechas y las revisadas se perciben estériles; el número de mujeres asesinadas por hombres año tras año no decrece y la perspectiva no es alentadora.
El 25 de noviembre no es una fiesta, lo que se grita en la calle es demoledor, las matan por qué son mujeres. Las asesinadas no pueden bailar al ritmo de ninguna música; los que salimos a manifestarnos, para recordarlas y reclamar todo lo necesario para que ser mujer no sea una valentía, debemos hacerlo con la rabia y el respeto que las ausentes merecen.
Sé que las comparsas de bombos lo hacen con su mejor intención y siempre invitados por las organizadoras; sin embargo, únicamente consiguen acallar las proclamas y crear un ambiente festivo que confunde a los increpados.
Hace pocos años, en una manifestación del 25-N, unas muy jovencísimas mujeres lucían una pancarta donde se podía leer «agradeced que pidamos igualdad y no venganza»; a estas alturas del relato, mucho me temo que sería más justo.
Los «conmigo o con nadie», el «eres mía» o «no vales para nada» deberían desaparecer de la fonética; solo oírlos producen pánico y son la antesala del terror. ¡Sí! Pedagogía, en casa y en las escuelas; pero también justicia a la altura, el «mi falda no es corta, tu educación sí» nos da muchas pistas. Nos falta demasiado tiempo para que se entienda que «con ropa o sin ropa, su cuerpo no se toca» y desgraciadamente algunas no lo tienen. Tres mujeres cada hora sufren violencia y desde 2010, año que empezaron a documentar los feminicidios en España, ya se han registrado 1.563 mujeres asesinadas por hombres. Con la lamentable certeza de que a la publicación de esta Tribuna serán más.
No recuerdo ninguno de los derechos conquistados gracias a un «por favor», un «si a ustedes les parece adecuado»; ni siquiera tengo la fórmula que evitará la próxima asesinada, aunque estoy dispuesto a quemar contenedores, a gritar hasta desencajarme, incluso a dar algún que otro puñetazo, no se puede hacer tortilla sin romper los huevos.
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