El fútbol se acaba pareciendo a la política, algo que siempre es igual pero siempre diferente, es decir, algo mortalmente aburrido para el que no ha entrado en ese mundo. Pudiendo ser artes nobles (a veces todavía lo son), siempre derivan en algo similar a una pelea de gallos. Cuanto más profundizas en estas disciplinas, más se distorsiona y empobrece tu visión del mundo. Ya no hay grises, solo blancos y negros, el bien y el mal, lo mío o lo tuyo. Es fácil acabar siendo un hooligan, es decir, un tonto que llama tontos a los que están en la acera de enfrente. Con todo, yo he sido muy feliz en un estadio de fútbol, también muy desdichado. Yo me encontraba en el Lluís Sitjar el día en que el muro del fondo sur se vino abajo. Tenía diez años entonces. El Mallorca se jugaba la permanencia frente al Valladolid, pero todo salió mal. Tras el pitido final, estábamos en segunda y con cuarenta heridos. Me recuerdo llorando y deseando la muerte del árbitro, que no quiso ver las manos del Polilla Da Silva. Por contra, yo estuve en el Martínez Valero cuando el Mallorca le ganó 3-0 al Recreativo de Huelva en la final de la Copa del Rey. Corría el año 2003 y aún me faltaban dos meses para cumplir los treinta. Parece que fuera en otra vida.
Acerca del fútbol
Palma11/12/24 4:00
También en Opinión
- Sorpresa en el aeropuerto de Palma: encuentran más de 200.000 euros ocultos en un paquete
- El asesino del Coll d'en Rabassa salió de la cárcel hace unos meses tras casi dos años en preventiva
- La OMS lo tiene claro: estas son las veces que nos tenemos que duchar a la semana
- «La niña estaba llorando en la ambulancia mientras llamaba a su madre»
- Denuncian un caso de discriminación en el aeropuerto de Palma: «Estamos en España y la lengua oficial es el español»
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.