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Se han escrito numerosos volúmenes explicativos, y se escriben a diario centenares de artículos muy sesudos, intentando responder a la pregunta de cómo hemos podido llegar aquí. Entendiendo por ese aquí, que es un aquí global, dos guerras atroces, la UE hecha unos zorros por fieras reyertas nacionalistas de poder, un desorden climático imposible de paliar porque perjudicaría los negocios, y de remate, gentes cabreadas por todas partes, capitalismo salvaje, extrema derecha al galope y un influencer desquiciado, pero humorístico y burlesco, ocupando la Casa Blanca. ¿Cómo llegamos aquí?

Las respuestas son densas, confusas y complejas, pero las resumiré. Poco a poco, aquí hemos llegado poco a poco, como la receta canónica del pato laqueado, que se remonta a 1330 y el inicio de la dinastía Ming. Lleva su tiempo, ese pato. Por abreviar, digamos que todo empezó hace unos 15 años, con la crisis financiera importada de Estados Unidos, los activos tóxicos, los bancos cayendo como moscas, la Gran recesión, las burbujas, los inversores en fuga. Se dijo entonces que habría que abrir un paréntesis en el libre mercado (que pagase el Estado), y también que era preciso refundar el capitalismo. Que vaya si se refundó.

Luego tuvimos una pandemia global, una revolución catalana, calamidades climáticas y medioambientales, millares de inmigrantes suicidas, fortificaciones en las fronteras, qué sé yo. Todo lo cual provocó el frenesí de las derechas, agravado aquí por el presidente Sánchez, al que consideran cabecilla de una organización criminal. Y así, muy poco a poco, hasta el retorno (¡por segunda vez!) del influencer líder de Occidente. Retorno que si preocupa a algunos, lo más preocupante es el júbilo con el que lo reciben muchos. Y poderosos. El pato laqueado exige tiempo, ir paso a paso. Cebar un pato blanco de pico amarillo 11 semanas hasta los 3 kilos, vaciarlo, lavarlo, inflarlo luego para que se separe la piel, colgarlo durante 24 horas. Hornearlo en varias sesiones, sin dejar de pintarlo con las mezclas adecuadas a fin de que reluzca. Cortarlo después, un arte de chinos, emplatarlo. ¿Y cómo hemos llegado a ser patos laqueados? Pues eso, poco a poco. Se veía venir.