Imagina que el presidente de una gran compañía tiene una esposa, que se dedica a otras actividades mercantiles. Pongamos una empresa como Telefónica, Endesa, Zara, etcétera. (Sí, también podría ser el esposo de la presidente, pero sólo conozco el ejemplo de Ana Botín, y pido perdón al fundamentalismo feminista).
Sigamos con la hipótesis. La esposa de este presidente de una gran compañía solicita entrevistarse con el dirigente de otra entidad, y le pide, no acudir ella al despacho de quien solicita ver, sino que sea el dirigente quien acuda a la central de esa gran empresa, donde la esposa tiene un pequeño despacho, cerca de donde se encuentra el de su marido, el señor presidente. Imagina, además, que una de las empleadas de la empresa del marido, se dedica a escribir cartas, enviar correos, y llevar a cabo gestiones, relacionadas con las actividades mercantiles de la esposa.
Un día, esto se sabe. ¿Cree usted que seguiría siendo presidente de esa gran empresa el marido? ¿O que el marido se quejara de persecución? .
Bueno, pues esto mismo –que no tiene responsabilidad penal– lo ha llevado a cabo la esposa del presidente del Gobierno del decimoquinto país más importante del planeta. Y aprobar, e incluso aplaudir, esa manera de obrar, como si España fuera un cortijo de la propiedad del poder Ejecutivo, o una dictadura clásica, donde se hace lo que manda el dictador y su familia –o el secretario general del partido comunista y su familia– es un desprecio a la inteligencia y ética de los españoles, a su sentido común, el atropello de la equidad y la justicia, y un ejemplo grosero de desdeño y desaire a los ciudadanos de un país, que no merecen ser vilipendiados. Me refiero a lo que se sabe, a lo que no es un bulo, ni una mentira, sino hechos conocidos y admitidos por los protagonistas. Y, claro, cuando me entero de que el marido de la señora protagonista, va a impulsar una ley para atajar bulos y mentiras, es como si me informaran de que el presidente de la Asociación de Alcohólicos Anónimos va a ser un borracho irredento.
2 comentarios
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Buen artículo y buen simil. Pero ya no cuelan ni las mentiras de Sanchez ni de su subdita Armengol. Diga lo que diga la dudosa justicia, todos, incluso ellos, sabemos lo acontecido.
Imaginemos que se acepta una denuncia basada en el artículo de un periódico. Imaginemos que es una práctica que no se realiza nunca porque no tiene mucho peso jurídico y bastanta cola tiene ya la justicia. Imaginemos que los cuerpos encargados de las investigaciones dicen que no hay nada que rascar. Imaginemos que un juez ya no sabe que buscar y entonces pide que se revise su vida entera, una decisión muy integra claro. Imaginemos que sigue sin salir nada y entonces el juez se solicite si entre los antepasados de dicha persona alguien participó en el descubrimiento de América y se la puede responsabilizar de maltrato a los nativos. Imaginemos que hay personas sin escrúpulos y que consideran que todo vale para conseguir un fin. Imaginemos que existe la democracia y que entre todos tenemos que cuidarla y que flaco favor se le está haciendo ... imaginemos que no todo vale