Por lo que parece, los neandertales no tenían tan interiorizada esta forma de vivir. El sapiens la introdujo en todos los elementos de la vida. Las civilizaciones, cuanto más evolucionadas, más hipócritas. Hasta el argot de las religiones la han normalizado de dos maneras. Una es la liturgia y la otra, el gran invento de las mentiras piadosas. La hipocresía es la síntesis de la mentira y la apariencia. Hay abundante literatura sobre ella. Proverbios como: «A los justos les guía la integridad, a los falsos les destruye la hipocresía». En la Biblia, los encontramos con el relato de Jesucristo y su enfado con los fariseos. Podemos encontrar libros interesantes. Recuerdo a Slavoj Zizek; con su cinismo inteligente infiere que la apariencia hace la realidad más soportable. Molière en Le Tartuffe describía de forma magistral al hipócrita. El protagonista era un genio de la apariencia que le servía para ganarse los parabienes de sus acompañantes. Góngora la descifró en su fina forma de análisis. Vivimos inmersos en ella.
La hipocresía abyecta
Palma30/12/24 4:00
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