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Cort iniciará este 2025 la rehabilitación del histórico Can Serra, situado en la plaza Quadrado de Palma, una maravilla que data del siglo XIV, de personalidad única, hoy en estado de abandono. Es una iniciativa largo tiempo esperada que, con un poco de visión de futuro, podría convertirse en símbolo, ahora que corren vientos de entendimiento político en materia de memoria y de preservación de las señas de identidad más definitorias de nuestra nacionalidad, comenzando por la lengua y la cultura propias.

¿Sería posible convertir Can Serra en centro de conciliación? Está en manos del PP balear por un lado y de la izquierda por el otro el conseguirlo. Una vez rehabilitado, el casal sería el lugar ideal para albergar, en forma de museo, la espada y el yelmo alado atribuidos por la tradición a Jaume I, así como otras piezas medievales que eran expuestas en la plaza de Cort cada 31 de Desembre durante siglos. Sin embargo, en 1832 el caprichoso y celoso rey Felón Fernando VII ordenó, en época de represión durante la terrible Década Ominosa, que las piezas fuesen expoliadas y trasladadas a Madrid, hiriendo la dignidad de los mallorquines. Ahora están almacenadas en la Real Armería.

Constituiría un gesto de respeto que el Gobierno Sánchez devolviese la espada y el yelmo del Conqueridor a sus legítimos herederos: la sociedad isleña, limpiando así la ofensa del rey Felón. Y sería muy hermoso que, como primer paso, el Cort presidido por Jaime Martínez, siempre con el apoyo del Parlament, los reclamase de manera formal y solemne.

Así, Can Serra pasaría a convertirse en lugar de obligada visita para los mallorquines, al albergar la espada atribuida a su fundador como pueblo diferenciado. Can Serra debería ser distintivo de una sociedad que no renunciará jamás a sus raíces y a su personalidad.