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Hasta en mi familia están hartos, lo cual me indica que, en casi toda la sociedad, esto no va bien, no solo para mi familia, sino para muchos españoles. Tanto es así, que casi no vemos los informativos nacionales en televisión ni en las redes digitales, ya que, básicamente, se dedican a ser los voceros de las discrepancias políticas, de las noticias negativas, falsas o no, y de los gabinetes de prensa.

Es, sobre todo, lo que se coloca en la parte inicial de los informativos para el fomento del lodazal político. Luego viene la información sobre las guerras, detalles que son necesarios, pero no con tanta crudeza e intensidad. Después vienen los desastres de los asesinatos de todo tipo, agresiones sexuales y las necesarias repulsas. Esta parte también está muy detallada y mostrada en su forma más cruda. Hace arrugar el ceño a nuestros jóvenes y a los que no lo son por lo que suelen ya apagar el televisor. No son crónicas educativas, sino que alientan a los descerebrados.

Además, a diferencia de la información en papel, no puedes simplemente pasar página, sino que tienes que tragarte toda la información, te guste o no, metiéndose en nuestro cerebro. Me gusta más Aquí la Tierra que el posterior informativo, como ya he dicho.

Me gusta la información en papel, más extensa, cercana y educativa que la visual y, además, te permite subrayar, tachar o alegrar el cerebro. Incluso los chistes tienen gracia y no digamos los crucigramas y demás, que distraen a mucha gente. Los concursos televisivos tienen muchos seguidores e ilustran a las personas, sobre todo, a las que están solas y eso es bueno.

No todo es malo en la televisión, pero hay que transformar estos informativos en algo positivo al igual que controlar las cookies a nivel individual, esas estrategias que meten en nuestros dispositivos cosas que no buscas, como unos grandes almacenes, para caer en la tentación de comprar lo que no necesitas. Esas ‘ideas’ destruyen poco a poco nuestra democracia.

Me sabe mal, pero no quiero cookies de ningún tipo porque prefiero ser libre y no quiero apoyar a los que quieren invadir mi casa por el hecho de salirle más barato las informaciones que quieren transmitirme y con la excusa de que así me servirán mejor. Todo por el dinero, todo por el poder. ¿Qué hacen con nuestros datos? Todos lo sabemos: ¡controlarnos! Pero ya hay mucha gente a la que les da igual y es una pena.

Tanto es así, que, por lo expuesto, en mi casa ya no ponemos la televisión cuando vienen los nietos a comer o cenar, incluso si no es así, los nuestros no quieren verla, ya que estas directrices informativas no aportan nada positivo a nuestra sociedad. Esto no va bien. ¿Qué decir de los programas de cotilleo? Que no los vemos nunca. Según me informan, basta analizar los anuncios que emiten para ver quién los ve.

Ahora, el PP ha empezado la misma campaña que hizo Aznar y Rodríguez contra Felipe González (que en gloria política esté), sembrando odio y no concordia entre los españoles. Sin olvidar a Ayuso, o sea la segunda A, después de Abascal, que con todos sus apoyos periodísticos lo amplían y repiten en todos los medios, siguiendo el ejemplo del nazi Joseph Goebbels. Dentro de la sociedad, la judicatura se está fragmentando aún más, cuando el cien por cien debería ser independiente y ‘disfrutando’ de lo que les concedió (bien) la Constitución del 78. Quizás ahora tienen más poder que con Franco, al que solo tenían que rendir obediencia y ahora, a distintas caras del poder político y económico (siempre hay excepciones, gracias a Dios).

Basta ver los juicios abiertos contra personas y partidos políticos y ahora también a jueces y fiscales, unos con razón o sin ella. No todo es así, pero es lo que más y primero se destaca en los informativos nacionales. Por todo ello, la democracia se resiente y está fallando. No es raro, por tanto, que la sociedad se incline por las series y los jóvenes, por los videojuegos, que no es que enseñen mucho, pero por lo menos no te dan anuncios publicitarios ni directrices. Dejo aparte los deportes y entre ellos el fútbol, que se ha convertido gracias a Dios en una especie de Episodios nacionales de Galdós, despertando a las masas, creando entusiasmo a los que ganan y decepciones a los que pierden, pero este estado de ánimo suele durar una semana, lo cual es un gran consuelo, pero es lo más visto y leído en los medios.

¿Cuándo saldrán los verdaderos políticos de aquí a indicarnos un camino?

Siau qui sou, dijo el poeta. Hagámosle caso.

Endavant i fora por!