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Lo mejor de mis días de traspaso de un año (gregoriano) a otro: la hospitalidad luminosa del jardinero prodigioso, sus exquisiteces gastronómicas, y la inmersión, prácticamente obsesiva, en las páginas del último libro de Gabriel Genovart; Pero... ¿quién puede matar a un niño (Básics 2024) conoció una primera edición en catalán pero la versión en castellano ha sido ampliada y notablemente mejorada por el gran educador de Artà quién, entre muchas otras cosas, es un cinéfilo empedernido, la persona que con sus libros y ricas conversaciones me ha desvelado las auténticas claves de películas que, habiéndolas visto, yo no había sido capaz de entender en toda su profundidad.

Este libro puede abordarse desde diversas perspectivas pero ante todo hay que tener en cuenta que lo que ha pretendido básicamente Genovart al escribirlo es alertar al lector sobre los peligros que, aun hoy, afectan a la infancia y la juventud. Explicarlo de forma científica –pedagógica– a través del análisis de diez grandes películas es tarea harto difícil que este educador mallorquín ha resuelto con maestría. El resultado de tal empeño es un libro que tiene muchas facetas. Puede leerlo el simple aficionado al cine, pero también el estudioso de la psicología infantil, el inquieto buceador en los grandes enigmas que, desde siempre, atenazan al ser humano: ¿quién soy? Qué hago aquí? ¿Qué sentido tiene la vida? Preguntas que la desorientada sociedad del siglo XXI busca eludir, cifrando todos sus afanes en un hedonismo solo al alcance de un segmento privilegiado y en el «buen pasar», que en las actuales circunstancias, pese a las prédicas de algunos dirigentes triunfalistas, no pasa de ser una quimera.

Pero volvamos a los niños y al cine, los dos grandes protagonistas de la obra a la que he querido dedicar el primer artículo que firmo en este 2025. Resulta asombroso comprobar como el Séptimo Arte ha dedicado tantas obras a mostrarnos las injusticias y los maltratos que hemos infligido –en todas las épocas– a los más débiles y necesitados, que son la gente menuda. Películas como La ventana, El espíritu de la colmena, El mago de Oz o Ángeles sin paraíso han hecho más por denunciar el maltrato infantil que las bienintencionadas entidades –gubernamentales o no– que dicen ocuparse de las criaturas desvalidas. Genovart lo muestra y lo demuestra con una claridad cegadora y una rica prosa. Busquen el libro.