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En cierta manera toda la Biblia es una Teofanía o manifestación de Dios y toda la vida de Jesús es una gran Teofanía. Me gustaría remarcar hoy tres especiales Teofanías. 1ª: Los ángeles cantan una gran noticia a los pastores: «Os ha nacido un Salvador, en Belén», cf. Lc 2,1-20. Y los magos que han visto salir su estrella lo adoran… 2ª: Jesús tiene doce años. Con sus padres está en Jerusalén con motivo de la Pascua: «¿Por qué me buscabais, no sabíais que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre?» Cf. Lc 2,49 (sin duda ahí está a lo menos un síntoma de Teofanía). Y 3ª Teofanía a orillas del río Jordán. Una vez salido de las aguas, el Espíritu Santo posó sobre Él y se oyó la voz del Padre: «Este es mi Hijo predilecto», cf. Mt 3,17, Mc 1, y Lc 3,22… Los antiguos profetas se limitaban a predicar las palabras que Dios ponía en sus bocas, pero en Jesús no era lo mismo. Jesús es la misma Palabra de Dios personificada. Jesús es toda la manifestación y revelación de Dios Padre… Jesús es el rey del universo y cuando los magos se postraron delante del Niño Dios para adorarlo, todo el mundo se postró ante Él, porque ellos representaban a toda la humanidad.